viernes, 26 de septiembre de 2014

LA GRAN REVUELTA ÁRABE (1936-1939) (IV): SU FATIGADO FIN Y REMATE

En 1939 la Gran Revuelta Árabe, después de casi tres años de disturbios intermitentes que han agotado y arruinado a la comunidad a la que pretendía liberar; falta de combatientes y de líderes sobre el campo de batalla; sin recursos y al borde del colapso, se apaga.

Escuadrones Nocturnos
Los disturbios, inspirados por el Gran Muftí de Jerusalén y Presidente del Consejo Supremo MusulmánHadj Amin al-Husayni, habían dado comienzo en 1936 con una Huelga General -acompañada de enfrentamientos interraciales- contra la inmigración judía y por la liberación de la comunidad árabe palestina; tras seis meses de violencia, un alto el fuego dejó las cosas en suspenso durante un año mientras la "Comisión Peel" examinaba las causas del levantamiento; una vez publicado su informe, que no satisfizo a nadie, las armas volvieron a sonar, pero esta vez de manera tan violenta que la Administración del Mandato abandonó la contención que había procurado utilizar en las primeras fases de la Revuelta: disolvió el Alto Comité Árabe, implantó la Ley Marcial, el toque de queda y tribunales militares y utilizó la Policía y el Ejercito extensamente, ejerciendo una represión brutal sobre los pueblos y comunidades que habían apoyado a los insurgentes. Además, utilizó la oposición al clan al-Husayni* (árabes moderados, Agencia Judía) para crear sus propias fuerzas paramilitares ("Bandas de Paz"; "Escuadrones Nocturnos"** organizados y entrenados por Orde Wingate).

Los árabes moderados que apoyaron la acción de los británicos fueron tachados inmediatamente de "traidores a su pueblo" y de "colaboracionistas" y tuvieron que sufrir las represalias del clan al-Husayni, de los nacionalistas árabes que acudieron a combatir a favor de los rebeldes, e incluso de gran parte de la población árabe, que veía a los insurgentes como héroes y a quienes se enfrentaban a ellos como villanos. Al final, casi todos los líderes árabes moderados habían sido asesinados, reducidos al silencio político o habían tenido que exiliarse.

Los revisionistas judíos, encuadrados en el Irgún (abreviatura de "Organización Militar Nacional en la Tierra de Israel"), también combatieron con acciones terroristas y represalias a los árabes sublevados y a sus apoyos. Pero, con la Gran Revuelta ya casi dominada, el Gobierno del Reino Unido aprobó el "Libro Blanco de 1939" -absolutamente demoledor para la comunidad judía, que lo consideró una traición- y el Irgún (no así la Haganah) dio órdenes de cometer atentados también contra policías o soldados británicos,  

Por si fuera poco para la derrota definitiva de la Gran Revuelta, los recursos (fondos y armas) obtenidos de la comunidad palestina (en ocasiones, mediante pura y simple extorsión); lo poco obtenido de los países árabes vecinos; o la importante ayuda de Alemania e Italia* (que deseaban causar problemas al Reino Unido), no se utilizaron eficazmente, y de todos modos en 1939 los ingresos de cualquier procedencia ya casi habían cesado.

FINAL DE LA REBELIÓN

No se puede dar una fecha concreta del final de la rebelión, ya que no existió ningún acuerdo de paz ni ninguna llamada de los líderes de la insurrección a dejar las armas. Sin embargo, la rebelión fue apagándose hasta morir cuando, tras los Acuerdos de Munich -que momentáneamente parecían conjurar el peligro de una nueva Gran Guerra- los británicos decidieron utilizar la mano dura. Con un despliegue de unos 25000 soldados, la ayuda de la comunidad judía -la Haganah,  los ya citados Escuadrones Nocturnos a las órdenes de Orde Wingate, el Irgún- y parte de la comunidad palestina (la oposición al clan Al-Husayni que no había sido reducida al silencio), los británicos consiguieron poco a poco volver a tomar los pueblos y las zonas que habían escapado a su control, incluyendo la Ciudad Vieja de Jerusalén, Nablús o Hebrón, y terminar con las partidas rurales.

Reconquistadas las plazas fuertes de la rebelión, la coalición de fortuna (británicos, judíos, los árabes moderados que aún se enfrentaban al Muftí) fueron estrechando el cerco sobre los grupos de combate que, desde las colinas y contando con el apoyo de parte de la población, continuaban haciendo las comunicaciones peligrosas. La mayoría de los líderes de la Revuelta murieron en combate o tuvieron que pasar la frontera hacia Líbano o Siria (donde los franceses no se preocuparon mucho de ellos). Algunos, como Fakhri Abd al-Hadi, se entregaron a los británicos tras negociar una amnistía. En Febrero de 1939 uno de los Comandantes Militares de la Revuelta, Abd al-Rahim al-Hajj Muhammad*, fue nombrado Comandante Supremo en una reunión en Damasco, donde se encontraba desde Octubre de 1938. Cuando regresaba a Palestina para tomar el mando de lo que quedaba de las guerrillas, fue localizado por la "Banda de Paz" de Farid Mahmud Irsheid -que acusaba a al-Hajj Muhammad de la muerte de dos de sus hermanos- y denunciado a los británicos, que lo abatieron a tiros a finales de Marzo cerca de Sanur*.  

Algunos partidarios de Muhammad acusaron a otros líderes de la Revuelta -rivales suyos- de haberle tendido una trampa, fingiendo aceptar su nombramiento para así obligarle a regresar a Palestina y denunciarle a las "Bandas de Paz". No hay pruebas de ésto, pero es muy demostrativo del clima de recelos y suspicacias que reinaba entre los insurgentes. El caso es que no se nombró un nuevo Comandante Supremo y muchos historiadores señalan su muerte como el fin de la Revuelta, aunque algunas bandas resistieron hasta Agosto de 1939, aproximadamente.

EL "LIBRO BLANCO"

El 17 de Mayo de 1939 el gobierno de Neville Chamberlain publicaba el "Libro Blanco de 1939" o "Libro Blanco de Mc Donald*", en el que declaraba la política que entendía seguir en Palestina durante los siguientes diez años, hacia la independencia del país. En él se expresaban las siguientes intenciones:
Mapa de tierras utilizado
por el "Libro Blanco"

  • Se asociaría paulatinamente a árabes -que siempre serían mayoría- y judíos, hasta conceder la independencia en diez años.
  • Se limitaría la inmigración -en un momento en que había regímenes antisemitas en países como Rumanía, Bulgaria, Hungría, Polonia, y por supuesto en el Reich alemán- a un máximo de 75000 judíos en cinco años, de manera que no superaran un tercio de la población de Palestina, y tras los cinco años toda inmigración quedaría sujeta a la aprobación de la comunidad árabe. En la práctica esto significaba un cese total de la inmigración en 1944, y una progresiva disminución del porcentaje de judíos en Palestina.
  • Se impedía completamente o restringía -según las zonas- la posibilidad de compra de tierras por los judíos, teóricamente para evitar el empobrecimiento de los campesinos árabes, y permitir que las compraran "árabes sin tierra"(1)
Para el "Yishuv" fue un golpe durísimo e inesperado y, lo que es peor, una traición. Mucha gente reprochó a Ben Gurion haberse dejado engañar por los ingleses que, a cambio de la contención demostrada por la Comunidad judía durante tantos años y la participación en la supresión de la Revuelta, claudicaban -según su opinión- ante los árabes, como habían hecho en Munich ante Hitler, enterraban la "Declaración Balfour", y cedían ante la violencia, entregando la "Patria Judía" como habían hecho anteriormente con España, Austria, Abisinia,  Checoslovaquia o Albania*. Centenares de activistas se pasaron al Irgún, que recrudeció sus ataques contra los británicos, matando a varios de ellos. La Agencia Judía, en cambio, consciente de que una rebelión judía, en esos críticos momentos, conduciría a su destrucción y la de la esperanza de construir una patria judía, decidió continuar con la política de contención. David Ben Gurion lo expresó así:
«Debemos luchar contra Hitler como si no hubiera Libro Blanco, y debemos luchar contra el Libro Blanco como si no hubiera guerra»
Tampoco todos los ingleses -ni siquiera los que apoyaban al gobierno- estuvieron de acuerdo, ni mucho menos, con el "Libro Banco": Lloyd George lo calificó de "perfidia", Winston Churchill -que denunció el "Libro Blanco" como "otro Munich" y una intolerable "cobarde rendición ante la violencia árabe"- votó en contra de su propio partido (aunque cuando fue Primer Ministro en 1940 no lo rescindió, al parecer por no ver el momento adecuado) y los laboristas se opusieron ferozmente (aunque cuando subieron al poder también se opusieron a la Partición).

Jóvenes en un Centro de
"Acción contra el Libro Blanco"
Pero el rechazo más sorprendente fue el de los árabes. El clan Al-Husayni había aprovechado la Revuelta para eliminar o silenciar políticamente a gran número de sus opositores entre las familias rivales (Nashabishi, Khalidi, etc). Por lo tanto, pese a la derrota militar, el Muftí había salido de la rebelión como líder indiscutible de los árabes palestinos y dirigía desde el exilio su política. Argumentando que no existen suficientes garantías para asegurar que las estipulaciones del "Libro Blanco" se cumplan, Al-Husayni y sus partidarios del disuelto Alto Comité Árabe lo rechazan. En su lugar, exigen el cese inmediato de la inmigración judía (a lo que había que añadir una antigua reivindicación del Muftí: expulsión de todos los judíos llegados a Palestina tras 1917), retirada de los británicos e independencia inmediata. Son pretensiones muy irreales para quien acaba de sufrir una completa derrota militar y tiene a su comunidad en bancarrota absoluta. ¿Por qué ese órdago del Muftí? Sólo podemos especular; pero todo hace pensar que, por entonces, al-Husayni ya había decidido ligar su destino al III Reich, y estaba buscando -como lo transmitirá al propio Führer en Noviembre de 1941- su apoyo* para coronarse como gobernante de Palestina... quizás algo más.

Pero los manejos del Muftí con el Führer pertenecen al futuro. Volvamos al final de la Revuelta. Pese a románticas visiones de heroísmo y grandes victorias que proliferaron en los años 40 -antes de que la aplastante derrota ante los judíos hundiera al mundo árabe en la humillación- y, otra vez, con el resurgir de la propaganda árabe a partir de los años 90 del siglo XX, la Gran Revuelta acabó en una gran derrota militar, económica, social y -al rechazar la mano tendida de los británicos con su "Libro Blanco"- también política. El clan al-Husayni había acabado, es cierto, con la oposición; pero como, a su vez, sus miembros sufrieron el exilio o la muerte tras la derrota, los palestinos perdieron en poco tiempo a casi todos sus cuadros dirigentes y la ya mínima colaboración entre las familias palestinas casi desapareció en un mar de odio y desconfianza. Las estructuras económicas y organizativas de los árabes también habían sufrido un golpe mortal, su capacidad militar quedó hecha añicos y, así, la sociedad árabe en su conjunto perdió el impulso obtenido desde el final de la Gran Guerra.

Iremos por partes:

CONSECUENCIAS DE LA GRAN REVUELTA

Las consecuencias de esta derrota sobre el futuro de los árabes palestinos es incalculable. En 1939:
  • Aunque en una guerra el número de bajas informa poco sobre el impacto sobre la población (por cruel que sea perder a un padre o un hijo) las cifras, en este caso, muestran la desproporción en la derrota árabe. Los británicos perdieron 262 hombres, los judíos unos 300 y los árabes (entre muertos por los británicos, los judíos, y muchos por sus propios enfrentamientos)  más de 5000 hombres, a los que hay que sumar entre 10000 a 15000 heridos y 12000 detenidos, y un número difícil de precisar de exiliados. Khalidi habla de que un diez por ciento de los palestinos varones entre 20 y 60 años resultaron muertos, exiliados, heridos o detenidos tras la revuelta, aunque probablemente exagera, y en todo caso los detenidos y exiliados no lo fueron permanentemente, y los heridos curaron. Más impacto a mi juicio, tuvieron los puntos que siguen.
  • Al final de la Gran Revuelta toda una generación de líderes moderados palestinos, junto con muchos intelectuales de prestigio, ha sido asesinada por los rebeldes o las represalias, o han debido exiliarse, acusados de colaboración. Por lo tanto, cuando más adelante hayan de intentar establecer estructuras democráticas, con credibilidad y posibilidades de progreso, fracasarán.
  • Muchos líderes militares han muerto, como Abd al-Rahim al-Hajj Muhammad: y otros, como Abd-al-Qader al-Husayni, Al-Qawuqji o Hasan Salama*, están exiliados y, aunque gozan de fama, han perdido el contacto con la realidad palestina. Los jefes supervivientes no han tenido ninguna formación militar y no serán rivales para sus enemigos de la Haganah y luego  del Ejército de Israel (IDF o FDI).
    Hasan Salama
  • Los campesinos árabes (base de la sociedad palestina del momento) tienen una tasa de analfabetismo muy superior a la de sus futuros adversarios, los judíos, y sus estructuras sociales están tremendamente atrasadas. Serán incapaces de realizar movilizaciones o levas ni siquiera parciales, mantener el esfuerzo de guerra, hacer maniobras mínimamente complejas, y no serán capaces de traducir en victorias -o, al menos, resistencia- las ventajas (superioridad demográfica, ventaja estratégica, estar rodeados de fronteras amigas, o la benevolencia de los británicos) de que disponían al principio de la guerra civil de 1947-48, y colapsarán desastrosamente en cuanto los judíos adquieran una mínima organización.
  • La organización militar de los árabes palestinos, basada en el prestigio familiar y tribal, lleva considerable retraso frente a la Haganah y el Palmaj. Muy pronto, los judíos convierten sus fuerzas paramilitares en un verdadero ejército, organizan cursos para suboficiales y oficiales, establecen una jerarquía militar como la de los ejércitos modernos -aunque sorprendentemente democrática, de lo que se resentirá hasta la definitiva unión de todas las tropas en las FDI- y ya la primera verdadera ofensiva del Haganah, la Operación Najshon, mueve unos efectivos de "tamaño brigada" (3000 a 6000 hombres) en despliegues y movimientos complejos mientras que, por su parte, los comandantes árabes apenas son capaces de reunir como máximo mil o dos mil hombres para lanzarlos en ataques frontales, y su fuerza combativa con frecuencia se evapora ante una resistencia decidida.
  • Otro aspecto en el que la derrota de los árabes en la Revuelta supuso un importante golpe para el futuro es la pérdida y requisa de las armas. En el futuro, la posesión de un arma de fuego no autorizada puede ser castigada con la muerte. Este punto, no obstante, debe ser estimado como sólo relativamente importante. Las mismas restricciones valieron para los judíos y ambas comunidades tuvieron que burlar las leyes mediante talleres ilegales de armamentos, contrabando y saqueo de almacenes militares, cuando pudieron. Los árabes podrían haber obtenido una ventaja decisiva en cuanto a las armas, si se hubieran valido de las permeables fronteras con los países árabes vecinos, pero la corrupción e ineficacia hicieron que los canales de compra y distribución de armas entre los árabes fueron pésimos(2), y a la hora de la Guerra Civil durante el mandato de Palestina, los talleres de la Haganah y el Irgún y las armas que burlaron el bloqueo inglés fueron más que suficientes para sostener la ofensiva árabe y posteriormente lograr una victoria total.
  • La derrota militar, lejos de originar un deseo de renovación y reformismo (como, por ejemplo, ocurrió en el Imperio Otomano con la Revolución de los Jóvenes Turcos), es canalizado hacia la glorificación de supuestas hazañas frente al invasor, el odio, el revanchismo y el fanatismo religioso. Por todos los desastres sufridos se culpa a los demás, nunca se hace autocrítica (3)
  • Por si fuera poco, las principales figuras del nacionalismo árabe y palestino estaban amargamente enfrentadas, como se iba a ver en los años siguientes (por ejemplo, el odio entre al-Qawuqji y los Husayni).
  • Y -de una manera más sutil- la sociedad civil árabe sufrió una grave fractura moral que iba a tener graves consecuencias en el futuro. 
    • Los insurgentes fueron apoyados por los campesinos, los no instruidos, los desfavorecidos, los desarraigados. 
    • Pero gran parte de la clase media y alta, los intelectuales, los instruidos, los notables, los poderosos, los que tenían algo que perder (los cristianos, por cierto, más que los musulmanes, lo que supuso una fuente de división más adelante) buscaron refugio en las ciudades "seguras" y en países vecinos (aunque, realmente, para muchos de ellos Palestina no existía como entidad separada; gran parte de la población árabe continuaba pensando en términos de "Siria del Sur" como parte de la "Gran Siria" y, por lo tanto, veían tan natural huir a Damasco como a Jaffa). Esto era cierto, incluso, entre los partidarios del Muftí, los miembros del Alto Comité Árabe, o los Comités Nacionales.
    • Esto ya había ocurrido antes, en los disturbios de 1920* o 1929*, mientras que en la rebelión drusa de 1925* o la hambruna de la región histórica siria de Haurán de 1934, miles de sirios (decenas de miles en el último caso) se refugiaron en Palestina. 
    • Sin embargo, el éxodo durante la Gran Revuelta fue mayor y no afectó, como en 1920 o 1929, a grupos o familias que abandonaban las zonas más conflictivas (Hebrón, Jerusalén) para instalarse, frecuentemente, unos kilómetros más allá, dentro de Palestina.
    • En 1936 a 1939 muchas familias huyeron y, dado que toda Palestina podía ser "insegura", los más pudientes se marcharon a los países árabes limítrofes para no volver hasta terminada la Revuelta. 
    • Esto marcó una clara división entre poderosos y desfavorecidos y, lo que es más importante, marcó un patrón que se repitió en la guerra de 1947-48 (4)
En resumen, la derrota de 1936-39, junto con la negativa a aceptar la política conciliadora de los británicos dejó a los árabes palestinos en una situación de inferioridad aplastante en los terrenos social, económico, político, moral y militar respecto a los judíos. Por si fuera poco, en los diez años que siguieron, apenas se hizo nada por llenar ese abismo que separaba a ambas comunidades (5), que no dejó de crecer. La comunidad árabe se conformó con su estructura feudal mientras que la judía se modernizaba y buscaba un Estado.

Los árabes podrán llorar la Nakba y culpar de ella al resto del mundo; pero, en realidad, tras la derrota de 1948 se puede ver claramente el desastre de 1936-39 y la negativa o incapacidad a aprender de sus errores y corregirlos.

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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
***Enlaces en otros idiomas

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NOTAS

  1. No obstante, cuando se intentó realizar un reparto de tierras entre los "campesinos sin tierra", apenas unos pocos estuvieron dispuestos -aún con condiciones muy generosas de préstamos- a ligarse a una tierra.
  2. La posesión de un arma siempre ha sido un motivo de orgullo viril para un varón árabe. Entre esto, y las rencillas entre al-Qawuqji, al Husayni y los demás cabecillas, centenares de armas ligeras languidecían en las aldeas o los almacenes de los jefes árabes, y miles de cartuchos se desperdiciaban en demostraciones inútiles, mientras que no había apenas armas o municiones para sostener una ofensiva seria.
  3. Como dice agudamente Benny Morris en "1948: A History of the First Arab-Israeli War" pg 399, "a lo largo de su Historia, los árabes palestinos mostraron una instintiva inclinación a culpar de todo a los demás: los Turcos, los Británicos, los EEUU, los Judíos, por cualquier problema que se presentase ". Le falta decir que los árabes -como los judíos de las rebeliones contra los romanos- tienen siempre que encontrar al Traidor, sin el cual ninguna derrota se explica.
  4. El caso más paradigmático es el éxodo de Haifa, donde, de una población de 70000 árabes, unos 25000 huyeron entre Noviembre de 1947 y Enero de 1948 (antes de que se iniciaran  los combates) y, a principios de Abril (cuando los judíos estaban al borde del colapso en todo el país y no representaban una amenaza creíble para Haifa) sólo quedaban unos 30000 habitantes árabes en la ciudad. 
  5. Otra frase de Benny Morris en "1948: A History of the First Arab-Israeli War" pg 399, "los árabes palestinos [...] desde mediados de los años treinta, mostraron una despreocupada seguridad de que, pasase lo que pasase o hiciesen lo que hiciesen, alguien -las Grandes Potencias, las Naciones Unidas, los países árabes- les sacarían las castañas del fuego"

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