sábado, 20 de septiembre de 2014

LA GRAN REVUELTA ÁRABE (1936-1939) (III): LA SEGUNDA FASE

 "Media hogaza es mejor que no tener pan"
Comisión Real para Palestina, 1937

En la entrada anterior habíamos visto que árabes y judíos se mostraron, en general, muy disconformes con las conclusiones y recomendaciones del "Informe Final"*, emitido el 7 de Julio de 1937 por la Comisión Real para Palestina*. Entre otras cosas, los comisionados recomendaban una Partición del país entre árabes y judíos, con una transferencia de tierras y población para conseguir mayorías demográficas estables y un sistema de Tratados con la nueva Potencia Mandataria y los países vecinos que permitieran un futuro de paz, prosperidad y seguridad para Oriente Medio.

Los judíos, encabezados por Jaim Weizmann y David Ben Gurion, pese a que el tamaño del estado propuesto -menos de 5000 Km2- y sus fronteras representaban una pesadilla estratégica, terminaron aceptando el "el principio" y "la lógica" de la Partición y la "transferencia" de población como una base mínima para la negociación.

Los árabes, liderados por el Gran Muftí de Jerusalén Hadj Amin al-Husayni, -que no podía ver con buenos ojos la recomendación de una federación con Transjordania que le apartaba del poder político que tanto ambicionaba- rechazaron el Informe completamente y, lo que es peor, anunciaron su oposición armada, tanto a los británicos como a la inmigración y asentamiento judío.

Guerrilleros palestinos en 1937
En las semanas siguientes a la publicación del "Informe Peel" -aunque no hubo una declaración formal llamando a la continuación de la lucha armada- los atentados terroristas y los asaltos en campo abierto, que habían cesado casi completamente, volvieron a reanudarse. Los británicos consideraban a Amin Al-Husayni como responsable y pensaron detenerlo, pero el Muftí se refugió en el Santuario (al-haram asch-scharīf) de la Montaña del Templo -donde la Policía no podía entrar sin provocar un levantamiento generalizado en el mundo musulmán- y desde allí dirigió la Revuelta.  Pero el punto de inflexión fue el asesinato, el 26 de Septiembre de 1937, de Lewis Yelland Andrews*, Comisionado británico en Galilea, por unos pistoleros árabes, cuando salía de una iglesia en Nazareth.

Pero, antes de continuar con el relato de los hechos, estudiaremos las causas de la "resurrección" de la Gran Revuelta Árabe. ¿Por qué los dirigentes de los árabes palestinos, que habían llegado al final de la Huelga General de 1936* exhaustos, decidieron jugársela otra vez a la carta de la guerra?

Como vimos en una entrada anterior, La Huelga General y las tácticas de guerrilla utilizadas por los rebeldes habían sido un fiasco de tal magnitud que en Octubre de 1936, tras seis meses de huelga, la amenaza de un próximo colapso de la economía árabe obligó al Muftí a pedir a los líderes árabes (el rey Abdelaziz Ibn Saud, el emir Abdullah de Transjordania y el rey Ghazi de Iraq) que hiciesen una declaración llamando a los palestinos a finalizar la huelga y confiar en los ingleses. Así los palestinos podían deponer en su actitud rebelde sin menoscabo de su dignidad. Usando un símil de boxeo, el Alto Comité Árabe -dominado por el clan al-Husayni*- pidió a sus "sponsors" que tiraran la toalla.

En realidad, la relativamente larga duración del conflicto -seis meses- tiene su explicación en la auto-contención de británicos (1) y judíos, limitados meramente a acciones defensivas, y a que la economía árabe era mucho más dependiente de subvenciones británicas y del progreso judío de lo que a los árabes les gustaría reconocer. Bastó con la cercanía de la temporada de cosecha de cítricos (cuya pérdida hubiera representado una catástrofe para la comunidad árabe) y el endurecimiento de las medidas represivas británicas (a finales de Septiembre había unos veinte mil soldados británicos en Palestina) para que la comunidad árabe palestina, exhausta, buscase una salida honrosa al atolladero.

CAUSAS PARA LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA ARMADA

Entonces ¿por qué, menos de un año después, la comunidad árabe se embarcó en una lucha mucho más a la desesperada, contra un enemigo claramente superior? Aparte de un arrebato de locura fanática de sus dirigentes, las posibilidades pasan por: un aumento de las propias fuerzas y capacidades económicas; una disminución de las fuerzas enemigas o de su capacidad y disposición a combatir; la ayuda económica y militar de una potencia amiga; o, simplemente, que la situación fuera tan desesperada, haciendo frente a un exterminio cercano, que virtualmente no quedase otro remedio que la sublevación.
  • El Muftí, pese a la propaganda sionista, no era un loco sediento de sangre judía, sino un inteligente intrigante que manipuló a las masas árabes y a los políticos de las Potencias Europeas para conseguir sus propósitos. Era, sí, antisemita; pero supo disimularlo cuando hizo falta, llegando a engañar a políticos respetables -y judíos- como Sir Herbert Samuel, Alto Comisionado británico, que le nombró Muftí y Presidente del Consejo Supremo Musulmán*.
  • Tampoco había aumentado la fuerza militar de la sublevación: el dinero recaudado de buena fe o mediante extorsiones a su propia comunidad y en el extranjero iba a dar para bien poco, y desde luego no para entrenar y armar una fuerza militar capaz de sostener un enfrentamiento duradero con la mayor potencia mundial. Durante los seis meses de la Revuelta anterior los insurgentes no habían sido capaces de tomar ni un sólo establecimiento judío o británico, y mucho menos de derrotar a ningún destacamento militar. Su política de atacar viajeros, soldados o policías británicos de reconocimiento o cometer atentados, había servido para preocupar e indignar a la opinión pública británica, pero no para vencer a los ingleses. 
  • Al-Husayni no podía pensar que el Reino Unido estaba más débil o poco dispuesto a defender su presencia en Palestina que en 1936. Los británicos no habían ni empezado a dedicar una mínima parte de sus recursos policiales y militares para conseguir la derrota de la insurrección árabe. Y 1937, precisamente, fue un año de paz relativa en el juego de la diplomacia mundial: la guerra de Abisinia había terminado, la España republicana perecía, abandonada a su suerte, Renania reocupada había dejado de ser una preocupación, el Anschluss parecía paralizado por la oposición de Mussolini, y Hitler declaraba no tener más intereses territoriales en Europa Continental y buscaba apoyos para su Pacto Antikomintern. El Muftí no lo podía saber, claro, pero 1937 era la peor elección para pillar a los británicos distraídos. 
  • Es más; no podía ni soñar que el Reino Unido renunciase a Palestina por las malas. Los británicos nunca pretendieron permanecer eternamente en Palestina: sus intereses pasaban por defender hasta la muerte el paso del Canal de Suez y las comunicaciones con sus intereses en la India y el Sudeste Asiático, y el petróleo de Oriente Medio. Pero para ello no necesitaban permanecer físicamente en Palestina. Les era suficiente con favorecer el dominio de un soberano fiel a sus intereses (y el candidato obvio era Abdullah) con un pequeño Hogar Nacional Judío (no necesariamente independiente). Pero ser expulsados por una insurrección armada dirigida por un enemigo suyo era otra cosa. Aunque fuera por prestigio, los británicos no podían permitir que les echase de Palestina (y sus Santos Lugares) el Muftí y su banda de desharrapados con armas robadas a los turcos o estafadas a los propios ingleses en 1916.
  • La situación económica y social no era tan desesperada, ni mucho menos, como para que la única salida para los palestinos fuese la guerra. Aunque la comunidad árabe palestina tenía un nivel de vida y bienestar social claramente inferior al de los europeos o los judíos palestinos, aún así vivían mucho mejor (con mayor esperanza de vida, alimentación, Sanidad, Educación, conciencia social, etc) que los campesinos y obreros árabes de cualquier otro país de Oriente Medio. Aunque Reino Unido y la comunidad internacional hablaba periódicamente de permitir un "Hogar Nacional Judío" en Palestina, los británicos restringían seriamente la inmigración judía (al contrario que la árabe) y su opción preferida era una amplia autonomía bajo una federación transjordana y no la independencia. De hecho, el "Plan Peel de Partición" era la primera recomendación seria que se hacía a las autoridades mandatarias de dividir el país y se hacía precisamente, debido a la violencia (cometida en estas fases sobre todo por los árabes). Al igual que en 1947, la guerra no fue inevitable corolario de la Partición; pero la propuesta de Partición de 1936 fue consecuencia de la intransigencia de árabes (sobre todo) y judíos.
  • ¿Qué nos queda? Quizás el Muftí se sentía apoyado por potencias extranjeras; y quizás creía que apoyando los intereses de esos países en Oriente Medio podría, en un futuro, ser ayudado por ellos a expulsar a los odiados ingleses y a los judíos. Y, efectivamente, algo hay de ello.
    • Entre 1933 y 1936 Al Husayni había recibido dinero y armas de la Alemania nazi, canalizados principalmente a través de los cónsules alemanes en Jerusalén (Hans Döhle) y en Bagdad, (Fritz Grobba), y los agentes nazis en Siria. En 1937, según el Foreign Office, el Mufti también recibió fondos y armas de la Alemania nazi, canalizados a través de agentes alemanes (Adam Vollhardt y Franz Reichart).(2) 
    • Entre 1935 y 1938 también recibió apoyo en la Italia de Mussolini*, cuya intención de desestabilizar al imperio Británico le llevó a gastar unas £150000, a través de negociaciones con el cónsul italiano en Jerusalén, Mariano de Angelis, en un primer momento, y luego -Mariano De Angelis, junto con su contacto Eihsan Al-Jabiri, habían probado ser unos pillos, "desviando" parte de la ayuda- a través del Ministro de Exteriores Galeazzo Ciano y del S.I.M.***. Para 1938, en cambio, cuando la Revuelta estaba en su momento más violento, la ayuda italiana había cesado.(3)
    • Quizás sea difícil de cuantificar el grado en el que la ayuda extranjera contribuyó a lanzar otra vez a la comunidad árabe por la senda de la violencia. En todo caso, la importante ayuda recibida por el Muftí y sus seguidores entre 1933 y 1938 desmienten la tesis árabe, expresada por George Antonius*, entre otros, que niegan absolutamente cualquier participación extranjera en la Revuelta Árabe.
LA SEGUNDA FASE DE LA REVUELTA: LOS ÁRABES TOMAN LAS ARMAS

Pero volvamos al relato de los hechos. Tras la publicación del "Informe Peel", el Parlamento Inglés adoptó una Resolución no vinculante en la que autorizaba al Gobierno a pedir la opinión de la Sociedad de Naciones sobre la posibilidad de realizar una Partición. Se trataba tan sólo de realizar un estudio preliminar, no un reparto definitivo del país. De hecho, la Comisión Permanente de los Mandatos de la Sociedad de Naciones respondió afirmativamente, pero desestimando la posibilidad de conceder independencia inmediata a ninguna de las partes. Finalmente, el 16 de Septiembre, el Consejo de la Sociedad de Naciones autorizó al Reino Unido a realizar un estudio sobre el estatus de Palestina.

Lewis Y. Andrews en 1930
Como diez días después fue asesinado Lewis Y. Andrews, la resolución de la Sociedad de Naciones fue visto por algunos como un detonante, pero en realidad su relevancia como causa del crimen y de la Revuelta debe ser matizada: la violencia había vuelto a brotar ya en Julio de 1937, cuando los líderes de la comunidad árabe rechazaron el "Informe Peel" unánimemente; por otro lado, las acciones de los rebeldes respondían a las decisiones británicas, y no a las de una desacreditada Sociedad de Naciones (percibida por ellos como incapaz de imponerse a las decisiones británicas).

La reacción del Gobierno inglés fue fulgurante: el 30 de Septiembre se autorizó al Alto Comisionado y las autoridades del mandato a disolver organizaciones "subversivas" y detener y deportar a aquellas personas cuyas actividades se consideraran contra la ley (incluyendo actos políticos contra el mantenimiento de la paz). El Alto Comité Árabe fue desarticulado, y varios de sus miembros detenidos y deportados a las Seychelles. Amin al-Husayni, refugiado en el Monte del Templo, huyó el 13 o 14 de Octubre al Líbano; su hermano Jamal escapó a Siria.  Además, el Muftí era depuesto de su cargo (aunque no se nombró a ningún sustituto y siguió recibiendo este tratamiento oficiosamente) y se tomaron otras medidas policiales como el establecimiento de censura de prensa, control estricto de fronteras, construcción de campos de concentración para detención de prisioneros, y en Noviembre se nombraron Cortes Militares para juzgar los delitos cometidos durante la Revuelta.

El estallido de esta segunda fase hizo fracasar -aunque quizás no tuviese muchas posibilidades, de todos modos- una misión alemana que, en Octubre, viajó a Palestina y Egipto. Entre sus miembros, camuflados como estudiantes o periodistas, estaban el Standartenführer SS Schwarz (cabeza de la expedición), el Sturmbannführer SS Herbert Hagen y el Untersturmführer Adolf Eichmann. Con el consentimiento de Reynhard Heydrich, habían contactado con Feivel Polkes, de la Haganah,  y esperaban negociar con representantes judíos -en el marco de los "Acuerdos de Traslado"- la emigración o expulsión de varios miles de judíos ricos de Alemania hacia Palestina, a cambio de gran parte de sus propiedades. Los nazis pretendían confiscar gran parte del dinero judío de una manera aparentemente "respetable" y aumentar el rechazo de la población árabe hacia los británicos.

Autobús judío atacado  (1938)
Pero, por supuesto, Alemania no tenía interés en perder imagen ante los árabes y musulmanes, ni en favorecer un estado fuerte e independiente judío en Palestina. La misión alemana tenía también la intención de entrevistarse con el Muftí, que estaba refugiado en el Monte del Templo. Pero su huida al Líbano lo impidió, y los alemanes se tuvieron que conformar con entrevistarse con colaboradores suyos en El Cairo; allí, los nazis les transmitieron sus intenciones de expulsar a los británicos de Oriente Medio y crear una especie de Protectorado árabe donde, a su tiempo, podrían encargarse de los judíos.

La misión alemana acabó en fracaso. Al parecer, si bien los alemanes no habían contado todas sus intenciones a Polkes (dejar salir hoy a los judíos no quería decir que renunciasen a "ajustarles las cuentas") los judíos habían hecho lo propio: la Haganah desconfiaba de los alemanes y su intención parece haber sido, más bien, evitar que los alemanes apoyaran a la Revuelta Árabe y sembrar inquietud en el Foreign Office que, como daba el apoyo judío a los británicos por descontado, se inclinaba a apaciguar a los árabes ofreciéndoles concesiones.

El Muftí permaneció en Zouk Mikael** (Líbano) durante el resto de la Revuelta, bajo la [mediocre] vigilancia de los franceses, que no hicieron nada por detenerle o impedir que dirigiera desde allí los disturbios de Palestina.

ORGANIZACIÓN DEL BANDO ÁRABE

La segunda fase de la Revuelta tuvo mejor organización que la primera, aunque distó mucho de poder formar un enemigo militar de consideración contra los británicos. En muchos relatos posteriores se ha glorificado la Revuelta llenándola de hechos heroicos y presentando la incapacidad británica para evitar, con medidas policiales, los atentados y los ataques rurales en las carreteras, con la sensación de que los ingleses "perdieron el control de la situación" y de que el poderío británico estuvo cerca de ser derrotado militarmente.

Nada más lejos de la realidad. La Rebelión Árabe, como en la fase anterior, se basó en acciones de guerrilla, más centradas en esta ocasión en zonas rurales: asaltos a convoyes de viajeros y suministros; ataques a kibbutzim o pequeñas comunidades judías; objetivos económicos como el oleoducto Mosul-Haifa y, finalmente, asesinatos selectivos de líderes del Yishuv, militares británicos, o líderes árabes considerados "colaboracionistas" (como la importante familia Nashabishi, o incluso los Khalidi). No hubo batallas a campo abierto; los insurgentes no consiguieron conquistar ni un sólo asentamiento judío ni expulsar a los británicos de sus campamentos militares, ni hubo enfrentamientos entre tropas de consideración.

La estructura tribal y de clanes de la sociedad árabe se reflejó en su organización militar: no existía una jerarquía con ascensos por antigüedad, fomación militar y capacidad en el campo de batalla, como en los ejércitos modernos, sino que los comandantes eran nombrados, en parte, por su carisma entre las tropas; en parte, por su pertenencia a clanes importantes, o también por su fidelidad al clan al-Husseyni. Ausente de Palestina Fawzi Al-Qawuqji -cuya relación con otros comandante palestinos había sido tormentosa en la primera fase de la Revuelta- los principales líderes militares fueron:
A ellos podríamos añadir otros líderes que, conjuntamente, formaban una intrincada red en la que a veces resultaba difícil saber hasta qué punto existía cooperación entre ellos, o si uno de ellos estaba subordinado a otro. Abd al-Rahim al-Hajj Muhammad, también llamado "Abu Kamal", era teóricamente Comandante Militar Supremo, a las órdenes de  Amin al-Husayni, pero su autoridad fue contestada por otros jefes, sobre todo por Aref Abdul Razik y sus partidarios. La rivalidad entre ambos caudillos y las disensiones entre los grupos -que gozaban de una gran autonomía, preparando y ejecutando sus "golpes" con total independencia y sin obedecer a ningún plan estratégico- minaron gravemente la eficacia combativa de la Revuelta. Tampoco existía una red de suministro de armas, municiones o dinero a los grupos armados, que muchas veces se veían obligados a "vivir" de los campesinos (lo que, a la larga, les hizo impopulares, cosa que frecuentemente se olvida en las hagiográficas historias actuales de la Revuelta).

Aún así, la virulencia inicial de esta segunda fase de la rebelión sorprendió a los ingleses, que comenzaron planteando la Revuelta como "un problema policial, para afrontar con medidas policiales": patrullas de vigilancias, registros, detenciones, requisas de armas, multas colectivas, etc. Pronto las patrullas tuvieron que ser reforzadas, e incluso en barrios árabes de las ciudades de población mixta, o en localidades puramente árabes, hubieron de ser restringidas a las horas diurnas. En los barrios árabes de Nablús y Hebrón, y en la Ciudad Vieja de Jerusalén, los rebeldes llegaron a imponer un dominio temporal, entre aclamaciones populares y una dura represión contra "colaboradores" de judíos y británicos.

LA OPOSICIÓN A LA REVUELTA: LAS "BANDAS DE PAZ" Y LOS JUDÍOS

El miedo a las partidas de insurgentes -que, en muchas ocasiones, combatían más contra los opositores al Muftí, los "tibios", los "colaboradores" y los "traidores" que contra los británicos y judíos-  junto con las extorsiones que producían contra la economía local, hizo que a final de 1937 se iniciara un movimiento de resistencia al Muftí entre algunos de los clanes que competían con él por el dominio de la comunidad árabe de Palestina. Raghib Nashabishi*, (que escapó por los pelos a varios intentos de asesinato organizados por el clan al-Husayni) y más adelante su sobrino Fakhri, desengañados de la evolución de la Revuelta, reclutaron -con la ayuda de los británicos y de los judíos- cientos de campesinos que enrolaron en sus propias "Bandas de Paz" o "Unidades Nashabishi" para luchar contra los insurgentes.(4) 

La comunidad judía palestina siguió la política de "Contención" (Havlagah) que había sido adoptada por el Yishuv en los años 20. Al principio de la Revuelta se limitaron a acciones defensivas: proteger las comunicaciones entre asentamientos judíos y defenderse contra los ataques y las incursiones de los rebeldes. La Agencia Judía era consciente de su inferioridad numérica (aproximadamente 3:7), estratégica (sus pueblos y barrios urbanos podían ser fácilmente aislados) y, sobre todo, en armas y municiones, respecto a los árabes; y más aún frente al Ejército británico. Además, su prioridad en este momento, muy por encima de una absurda lucha sin sentido contra el más poderoso imperio del mundo, era la inmigración ilegal* para intentar traer cuantos más judíos mejor a Palestina. Y no se puede descartar tampoco que deseasen mostrar buena fe a sus vecinos árabes, para buscar acuerdos de convivencia una vez terminada la Revuelta.

Así que la Haganah no intervino como fuerza autónoma en la guerra -cuando lo hizo, más adelante, fue en calidad de colaboradores de los británicos- exceptuando algunos pocos ataques de represalia contra familias o pueblos que habían colaborado en acciones de los rebeldes especialmente violentas. Aún así, estos ataques (que algunos "nuevos historiadores" como Anita Shapiro y el ubicuo e inefable Pappé han inflado hasta presentar como la política predominante de la Agencia Judía en 1936-39) fueron la excepción, y no la norma, y casi todos ordenados por comandantes locales, y no por la Agencia Judía o la Haganah.

Sin embargo, cuestión diferente eran los judíos revisionistas, representados sobre todo por el Irgún**. Desde su fundación habían denunciado la política de "Contención", así que durante la Revuelta intentaron devolver "golpe por golpe" o "ojo por ojo", bajo el mando operativo de Moshe Rosenberg y David Raziel. Sin embargo, el Irgún no se apartó oficialmente de la Havlagah hasta el "Domingo Negro" (14 de Noviembre de 1937), en que a consecuencia del aumento de ataques árabes contra civiles judíos, y concretamente del asesinato de cinco trabajadores forestales de Kiryat Anavim*, la organización revisionista decidió intensificar sus represalias. A partir de esa fecha el Irgún pasó a cometer ataques contra blancos indiscriminados en aquellos casos en los que el culpable de algún atentado había escapado o era desconocido. El lema "No se puede derramar sangre judía impunemente" pasó a dominar su campaña, y las diferencias de criterio con la Agencia Judía y la Haganah (que a veces culminaron en guerra abierta de ambas organizaciones contra el Irgún y, más adelante, también contra el grupo Leji) no cesarían hasta el desmantelamiento de los "disidentes". No obstante, la capacidad de los grupos extremistas judíos para responder a los ataques árabes nunca fue la suficiente como para que los británicos dudasen de la política general de Havlagah de la comunidad judía y, de hecho, poco después los ingleses buscarían la colaboración de la Haganah para quebrar la Revuelta.

LOS INGLESES REACCIONAN

Pese a que la Revuelta estaba muy lejos de conseguir su objetivo de expulsar a los británicos(5), la opinión pública del Reino Unido se mostraba indignada con la incapacidad de la Administración del mandato para suprimir completamente la insurrección, y obligó a su Gobierno a tomar medidas(6).

A partir de Julio de 1938 los británicos toman la iniciativa: los cuerpos policiales (incluyendo el Cuerpo Palestino de Policía* mixto árabe-judío) son reforzados, y se aprovecha la Ley Marcial, que continuaba en vigor, para reprimir con energía (rayana en la brutalidad) todo tipo de alboroto callejero. También las tropas del Ejército destinadas en Palestina sufren un importante aumento, con destacamentos provenientes de Egipto (Julio) y la propia metrópoli (Septiembre).

Fuerte Tegart de Latrún
En las principales rutas y nudos de comunicaciones, los ingleses construyeron unas fortalezas defensivas, llamadas fuertes Tegart, desde las cuales sus patrullas dominaban las carreteras. Esto no sólo permitía asegurar los convoyes y las comunicaciones, sino que dificultaba inmensamente los movimientos de los rebeldes. Los grupos guerrilleros se veían obligados a elegir dianas indefensas, preferiblemente de noche, o cometer pequeños atentados con rápidas retiradas. Además, la falta de sus jefes más carismáticos (muertos o en el exilio, como Al-Qawuqji), causaba una fragmentación del mando y una ausencia de coordinación que habría de serles fatales.

Pero, para terminar de aplastar la Revuelta, los británicos necesitaban ayuda entre la población civil, tanto árabe como judía. Entre los árabes, y con la ayuda económica de la Agencia Judía (que debía figurar al margen, por razones obvias) los ingleses financiaron y apoyaron las "Bandas de Paz" de los opositores al Muftí y, en ocasiones, organizaron algunas de sus acciones armadas.

Más importante sería la colaboración con la comunidad judía, Los británicos habían fundado en 1936, al inicio de la Revuelta, una unidad de Guardias (en hebreo, Notrim*) con la intención de prestar actividades auxiliares al Cuerpo Palestino de Policía y defender a los asentamientos de las bandas de rebeldes. Los Notrim se componían de dos cuerpos: Policía Supernumeraria Judía** y la Policía de los Asentamientos o Policía Colonial Judía**, que tenía las características de una Unidad Móvil. Aunque los Notrim estaban bajo el mando de la Administración del Mandato, los miembros de la Haganah ingresaron en ellos en masa y los utilizaron como unidades de entrenamiento. Como los Notrim usaban a la Haganah como fuente de información, a partir de 1938 la dependencia entre ambos cuerpos va siendo progresivamente mayor, hasta el punto de que pocas acciones de la Policía Judía se llevarán a cabo sin el conocimiento de la Haganah. Por si fuera poco, estas fuerzas mixtas anglo-judías coexistían con unidades paramilitares exclusivamente judías más o menos secretas; la más importante, el Fosh, o Unidades Territoriales, consistían en una especie de Fuerzas de Choque de la Haganah bajo la dirección de Yitzhak Sadeh, uno de los fundadores de la propia Haganah.

En Marzo de 1938 el general Sir Archibald Wavell, C.O.G. (General Office Commanding) de palestina, autorizó al capitán Orde Wingate a crear, con fuerzas judías (elegidos por Sadeh u los Comandantes regionales de la Haganah) y británicas, una unidad de comandos especializada, los Escuadrones Especiales Nocturnos (SNS). Tras recibir el visto bueno de la Agencia Judía, Wingate y superar un período de entrenamiento en el kibbutz Ein Harod*, comenzaron a combatir el 3 de Junio de 1938. Su primer objetivo fue defender de los saboteadores el oleoducto de la Iraq Petroleum Company; en pocos días, basándose en su entrenamiento exhaustivo, el conocimiento del terreno y la acción expeditiva mediante represalias, los SNS consiguen un éxito espectacular. Tanto es así que Wingate decide extender sus acciones a la frontera de Galilea, por donde los rebeldes se infiltran desde el Líbano, y organiza ataques a aldeas (Dabburiya, Beit Shean, Hattin, etc) que dan cobijo y se conocen como plazas fuertes de los rebeldes. Los SNS aterrorizaron a los campesinos árabes -que, hasta entonces (de grado o por la fuerza) habían apoyado la rebelión- de tal manera que los insurgentes empezaron a perder terreno visiblemente en Galilea y Fawzi al-Qawuqji puso precio (£1000) a la cabeza de Wingate. Cuando en octubre de 1938 Wingate es destinado a Jerusalén(7), los SNS han cambiado absolutamente -y en sólo cuatro meses- el escenario de la Revuelta en Galilea. Los insurgentes, que nunca estuvieron cerca de la victoria militar, han dejado de contar con el apoyo de la población y van perdiendo un refugio tras otro, hasta su desbandada final en 1939.

También en las ciudades los rebeldes perdieron terreno. El refuerzo de las fuerzas de seguridad a partir del verano de 1938 permitió a los británicos ocupar militarmente los barrios viejos de Nablús, Hebrón y Jerusalén, implantar el toque de queda y detener a los simpatizantes del Muftí que no escaparon a tiempo.

La revuelta entró en un círculo vicioso. Los insurgentes, mal organizados, cada vez podían culminar con éxito menos acciones; la falta de alimentos, municiones y dinero hicieron que, en muchas ocasiones se volvieran contra la población civil, que antes les apoyaba -de grado o por fuerza- y ahora les cerraba las puertas. En represalia, los partidarios del Muftí asesinaron a varios supuestos delatores, lo que aumentó su descrédito entre los campesinos.

Hacia Diciembre de 1938, aunque la Revuelta duraría aún algunos meses más (suele considerarse que la Revuelta acaba en Marzo de 1939, más o menos coincidiendo con la muerte de Abd al-Rahim al-Hajj Muhammad "Abu Kamal") puede considerarse que la rebelión está básicamente en sus últimos estertores y que sólo faltan algunas operaciones de limpieza.

LA COMISIÓN WOODHEAD

En Noviembre de 1938 la Comisión para la Partición de Palestina (Comisión Woodhead*), que había sido nombrada en Febrero y había venido estudiando sobre el terreno la viabilidad de las recomendaciones del "Informe Peel", publicó sus propias conclusiones: en ellas los cuatro miembros de la comisión examinaban tres posibilidades de realizar una Partición(8) de Palestina -en las tres se dividía en estado árabe, judío, y zona internacional- para, finalmente, no ponerse de acuerdo en ninguno de ellas y concluir que la Partición era impracticable por problemas "administrativos y económicos".

Plan C Comisión Woodhead 
Las posibilidades de Partición que la Comisión había estudiado daban prioridad a la solución del problema político sobre el económico: consideraba que lo más importante era que el futuro estado judío contuviese tan pocos árabes como fuera posible. Pero, al mismo tiempo, recomendaba no practicar transferencias forzosas de población y "compensar" al estado árabe por la pérdida de impuestos y ganancias económicas debido a la pérdida de "sus" ciudadanos judíos(!); por ello el plan que más viable encontraba la Comisión Woodhead (dos votos de los cuatro comisionados) venía a recomendar la creación de un minúsculo estado judío que, indirectamente (mediante la recaudación de impuestos que realizaría la Potencia Mandataria), subvencionaría con la ayuda británica al más grande y más poblado estado árabe.

Los judíos rechazaron el informe como "inservible como base para una futura negociación entre árabes y judíos"; los árabes, que habían boicoteado la Comisión, ni siquiera habían asistido a sus audiencias y no se molestaron ni en rechazar sus conclusiones; los británicos, aunque anunciaron que el Plan Peel era impracticable, invitaron a judíos y árabes a continuar negociando en una futura conferencia, a celebrar en Londres en 1939, la St James Palace Conference*, que tampoco dará frutos.

En la próxima entrada estudiaremos el fatigado fin y remate de la Revuelta Árabe de 1936 y las conclusiones que podemos extraer de ella.


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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
***Enlaces en otros idiomas

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NOTAS
  1. Imagine el lector cuánto hubiese durado la protesta palestina en la Alemania nazi.
  2. Los nazis no tenían en buen concepto a los árabes como raza, aunque les interesaba apoyarles como enemigos de los británicos: cualquier disturbio en Oriente Medio serviría para desviar la atención del Reino Unido de los sucesos de Europa. Además, el odio común de nazis y árabes contra judíos provocaba cierta simpatía en su "lucha común contra la raza odiada". Otra razón que llevaba a Hitler a apoyar al Muftí era compensar lo que podía ser visto como un problema: la persecución a los judíos en Alemania aumentaba su emigración hacia Palestina. Sin embargo, Oriente Medio nunca dejó de ser un escenario 1secundario para Hitler, como se vio más adelante.
  3. Los italianos actuaban por sus propias razones: su área de interés principal -el Mediterráneo- les hacía rivales directos de los británicos, cuya flota dominaba sus entradas (Gibraltar y Suez). Por lo tanto, todo lo que desestabilizara el dominio inglés de Oriente Medio les parecía bien; por otro lado, Mussolini necesitaba mejorar la imagen italiana en el mundo árabe, después de la represión en la Cirenaica italiana y de la conquista de Abisinia; y además, los italianos querían vengarse de lo que creían una "intolerable" intromisión británica, a Través de la Sociedad de Naciones, en la aventura imperial de la Italia Fascista. En 1938 Mussolini, alarmado por la posibilidad de una guerra mundial, decidió no echar más leña al fuego y, por el momento, "desactivó" su ayuda al foco de tensión palestino. 
  4. Una vez terminada la Revuelta estas unidades fueron desarmadas y disueltas, y sus miembros tratados como traidores por los partidarios del Muftí, que pese a la derrota se habían hecho con el control de la comunidad árabe. Los que no fueron asesinados u obligados a exiliarse sufrieron la represión del clan al-Husayni, según Hillel Cohen ("Army of Shadows: Palestinian Collaboration with Zionism, 1917–1948") y esta situación fue, entre otras, causa importante del escaso espíritu combativo de los árabes palestinos en 1947-48.
  5. En realidad, muy pocas guerrillas han conseguido por sí mismas, y por la fuerza militar, expulsar al invasor (si es que alguna lo ha hecho). La "Resistencia francesa" nunca hubiese expulsado a los nazis, ni los partisanos italianos a los fascistas, de no ser por las catastróficas derrotas de la Wehrmacht, Las tropas napoleónicas no hubiesen perdido España sin el desastre de la "Grand Armée" en Rusia. Vietnam no hubiera sido Vietnam sin las tropas regulares de Vietnam del Norte y sin el cambio en la opinión pública norteamericana por los "años sesenta" y el pacifismo. Y así, hasta el día de hoy y la retirada de Iraq/Afganistán.
  6. Los historiadores árabes (como antes los israelíes, sobre todo los que provenían del campo judío revisionista, el Irgún y el Leji) han exagerado la repercusión que tuvieron sus respectivos movimientos de resistencia en la retirada de los ingleses, presentándolos como el factor principal. La opinión pública británica no sólo no empujaba a su Gobierno al abandono de Palestina en 1936-39, sino que ante las noticias de la Revuelta árabe exigía más dureza y más represión. Los ingleses no estaban por abandonar el país en 1936-1939 y no lo hicieron. En cambio, en 1947, la violencia entre árabes y judíos, y de ambos contra los británicos era vista de manera muy diferente por una opinión pública más que harta de muerte tras seis años de guerra, con el país victorioso pero arruinado, tasas muy altas de paro, etc. En 1947 los ingleses estaban deseosos de abandonar Palestina y la India (con o sin Ghandi), y lo hicieron. La violencia de árabes y judíos sólo aceleró una decisión que se hubiera tomado de todas maneras.
  7. Los métodos expeditivos de Wingate resultaron incómodos para la Administración del Mandato e incluso para la Agencia Judía. Aunque recibió la Orden de Servicios Distinguidos por su labor con los Escuadrones Nocturnos, las denuncias de torturas, asesinatos de represalia, castigos colectivos, etc, hicieron que sus superiores Robert Haining*, que sustituyó a Wavell, y Bernard Montgomery*, que fue nombrado a su vez C.O.G. en Palestina tras Haining, solicitaran que se le destinase a otro escenario.
  8. El primer plan, o Plan A; consistía en un reparto muy parecido al del "Informe Peel";  el Plan B y C concedían Galilea a los árabes. El plan C, que la Comisión consideraba más factible, otorgaba 1258 kilómetros cuadrados al estado judío; la cuarta parte que en el "Informe Peel", y menor que la más pequeña provincia española: menos de un 1 % del Mandato original de Palestina de 1920.

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