domingo, 7 de septiembre de 2014

LA HUIDA DE HAIFA: ABRIL 1948 (y II)

El Plan de Partición de la ONU asignó Haifa al futuro Estado Judío. En la entrada anterior vimos que las noticias de la inseguridad provocada en el país por los enfrentamientos entre árabes y judíos, combinadas con la desmoralización de la población árabe ante la corrupción y la ineficacia de sus clases dirigentes, habían provocado el éxodo de más de 25000 árabes de Haifa a mediados de Enero (cuando aún no había más que incidentes de violencia aislados en el país) y unos 40000 (de una población inicial de 70000) a principios de Abril de 1948, cuando la guerra se acercaba a la ciudad.

El día 17 de Marzo, un gran transporte de pertrechos con 15 toneladas de armas y municiones que, proveniente de Siria, iba destinado a los árabes de Haifa, fue emboscado y destruido. Entre los más de cuarenta árabes muertos estaba su Comandante Militar  Hamad Hunaiti,

Por su parte, los líderes políticos y militares judíos habían decidido pasar a la ofensiva para asegurarse el control de los territorios asignados en el plan de partición al Estado Judío y defender sus fronteras ("Plan Dalet"). Pero para ellos el peligro más acuciante estaba en el asedio de Jerusalén* y, por otro lado, la Haganah deseaba evitar a toda costa un enfrentamiento con los británicos en el puerto de Haifa, que era la ruta de salida prevista para la Administración del Mandato. Por tanto, su intención era apoderarse de la ciudad en los últimos días del Mandato o tras la retirada de los ingleses y, por supuesto, antes de la invasión de los ejércitos árabes.

Los árabes tuvieron un pequeño respiro durante la primera quincena de Abril y tomaron la iniciativa; sin embargo, una iniciativa bien intencionada del Comandante Británico iba a trastocarlo todo.


BATALLA POR HAIFA

El Comité Militar del Ejército de Liberación Árabe había nombrado el 27 de  Marzo a Amin Bey Izz al-Din, antiguo capitán de la Policía de Fronteras de Transjordania, nuevo Comandante Militar de Haifa. Inicialmente contaba con una fuerza de combate de unos cuatrocientos milicianos, y su intención era devolver "golpe por golpe" a las fuerzas judías. El 15 de Abril las tropas de Izz al-Din iniciaron una ofensiva mediante la introducción de vehículos cargados de explosivos e infiltraciones de comandos contra Hadar-HaCarmel, un distrito residencial judío e importante centro comercial de la ciudad. Tras un primer momento de desconcierto, los judíos redoblaron la vigilancia y consiguieron evitar que sus enemigos penetraran en los barrios judíos.

Los británicos -como se recoge en los informes de la 6ª División Aerotransportada- eran conscientes del deterioro de la situación y el peligroso aumento de los choques armados entre árabes y judíos; y el Comandante de las fuerzas británicas en el Norte de Palestina, General de División (Major-GeneralSir Hugh Stockwell*, ordenó ocupar, en la madrugada del día 21 de Abril, algunos puestos claves para garantizar la seguridad de sus tropas. Por otro lado, la presencia británica podría -pensaba Stockwell- evitar una escalada de violencia, mientras se intentaba llegar a un alto el fuego. Para facilitarlo, el  mismo día 21 comunicó a ambos bandos las disposiciones tomadas.

General Sir Hugh Stockwell
Sin embargo, poco antes del alba, Stockwell ordenó a sus hombres retirarse y tomar posiciones únicamente en los alrededores del puerto. En su informe posterior se justificaba en la escasez de tropas de que disponía, y el aumento de los enfrentamientos entre árabes y judíos, que hacía imposible llegar a un acuerdo pacífico entre ambas partes. Stockwell había intentado adoptar una postura imparcial (el día 18 de Abril había advertido a Abba Khoushi, un representante de la Haganah, que los británicos intervendrían en caso de un ataque de los judíos a la ciudad, y, sin duda, hizo llegar a los árabes la misma advertencia) pero tenía órdenes tajantes de sus superiores de evitar bajas británicas en un conflicto que Londres ya veía como extraño.

Lo que sucedió es justo lo contrario de lo que Stockwell parece ser que pretendía; su precipitada retirada de puntos estratégicos (las instalaciones de la Compañía de Ferrocarriles, el aeropuerto, la Telefónica) hizo que ambos bandos se precipitaran a ocuparlos antes que el enemigo, causando duros enfrentamientos durante el día 22 de Abril.

Los británicos estimaron que los árabes contaban con, aproximadamente, entre dos mil y cuatro mil combatientes, y los judíos unos cuatrocientos o quinientos, con un número indeterminado de reservistas de la Guardia Nacional, cuyo entrenamiento básico les hacía soldados eficientes, pero con un problema grave: la Haganah no disponía de armas para todos. 

Los judíos ocupaban una situación estratégica mejor: el barrio Hadar-HaCarmel, más elevado, y el barrio del Centro Comercial, -donde el Palmaj instaló su Cuartel General, (1 en el plano adyacente)- que permitía la posibilidad de cortar en dos la zona árabe. El plan operativo de Moshe Carmel, comandante de la Brigada Carmeli*, era muy sencillo, y constaba de dos partes: la captura de la Casa Najada, (4 en el plano adyacente) que dominaba Wadi Rushmiya, y el ataque contra el Barrio Viejo. Por su parte, los árabes ocupaban el Barrio Viejo, la Colonia Alemana al Este, y Wadi Rushmiya al Sudoeste, que cerraba las salidas de Haifa hacia las carreteras a los asentamientos del norte de Palestina. El plan de Amin Bey Izz al-Din se basaba en la continuación de la ofensiva desencadenada días atrás contra Hadar HaCarmel, y que se había estancado.


Poco después del mediodía del 21 de Abril una compañía del Haganah ocupó la Casa Najada. Se suponía que serviría como puesto avanzado para impedir refuerzos procedentes de los pueblos árabes de alrededor (Tira, Hawassa o Balad al Sheikh) y realizar un movimiento de tenaza contra el Barrio Viejo. Sin embargo, los árabes contraatacaron con fuerza y trataron de reconquistar la casa durante toda la tarde y la noche siguiente.

Los intentos de la Brigada Carmelí por romper el asedio y aportar refuerzos a los defensores de la Casa Najada resultaron infructuosos, y al caer la noche se hizo evidente que la única manera de evitar la caída de la posición era adelantar el ataque sobre el Barrio Viejo, de manera que distrajese fuerzas del barrio Wadi Rushmiya. Poco después de medianoche, tras un bombardeo con morteros de 81 mm y Davidkas* (1) los judíos atacaron el Barrio Viejo -armados con las nuevas armas checas* que acababan de llegar de Tel-Aviv (2)- al tiempo que otra compañía intentaba de nuevo alcanzar a los sitiados en la Casa Najada.

Esta vez sí tuvieron éxito. El bombardeo de morteros produjo un grave impacto sobre la moral de la población, y lo sostenido de las ofensivas judías, la ausencia de refuerzos y la mala organización de los árabes (todo el mundo quería empuñar un arma, pero nadie pensaba en traer repuestos de municiones, agua y alimentos) produjeron el colapso de la ofensiva árabe: hacia el mediodía del 22 de Abril Wadi Rushmiya había caído en manos judías, y la población de los barrios de Haifa-Este huían hacia los pueblos de alrededor, o al Barrio Viejo.

Mientras tanto, el asalto al Barrio Viejo también había progresado. El bombardeo, aunque ligero para los estándares de la época (3) produjo terror en los árabes, que -recordemos- no habían padecido los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. El ataque se produjo desde dos direcciones: los combatientes de la Haganah desde HaCarmel, al Sur, y el Palmaj desde el Centro Comercial, al Norte. Los objetivos eran los tres principales puntos fuertes árabes: la Central de Ferrocarriles, instalada en la casa Khoury (3 en el mapa); la Central de Teléfonos; y el Cuartel General de la Milicia. Numéricamente los atacantes no eran superiores a los defensores, pero su posición estratégica era ventajosa, estaban mejor organizados y comandados, y su moral estaba muy alta.

Por si fuera poco, los defensores supieron que sus líderes les habían abandonado: entre el 21 y el 22 de Abril huyeron de Haifa Ahmed Bey Khalil (único miembro del Alto Comité Árabe que quedaba en la ciudad y sucesor en la práctica de Rashid Ibrahim al mando del Comité Nacional) el Comandante Militar Amin Bey Izz al-Din (posteriormente afirmó haber abandonado la ciudad temporalmente en busca de refuerzos) y sus lugartenientes  Amin Nabhani y Yunis Nafa. Durante la mañana del día 22 de Abril los defensores del Barrio Viejo, que iban retrocediendo ante la coordinada ofensiva judía, recibieron la noticia de la derrota en los barrios del Este de la ciudad (lo que les cortaba la retirada hacia Galilea) y se expandieron rumores de que los británicos estaban dispuestos a embarcar a cuantos habitantes quisieran abandonar la ciudad: miles de árabes corrieron a hacinarse en el puerto, esperando ser evacuados por mar. Muchos barcos, atestados de refugiados, partieron hacia Acre y otros puertos; algunos de ellos naufragaron debido al exceso de carga.

Durante los días que duraron los combates de Haifa, los representantes de su comunidad árabe hicieron llamamientos a los líderes políticos, religiosos, y militares del mundo árabe, tratando de conseguir ayuda urgente. El presidente sirio Al-Quwatly y el gobierno libanés protestaron ante el gobierno británico, pero no podían tomar la decisión de invadir el Mandato por su cuenta, y menos cuando aún estaba bajo jurisdicción inglesa. La Liga Árabe y el Muftí aconsejaron "resistir" hasta que los refuerzos diesen la vuelta a la situación. En sus llamamientos llamando a la lucha armada intercalaban amenazas para quienes capitulasen -serían tratados como "traidores"- lo que influyó en lo que iba a venir. Desde pueblos cercanos a Haifa se reunieron grupos de voluntarios, que formaron una columna que trató de confluir sobre la ciudad el día 22 o 23 de Abril, pero el general Stockwell impidió su progresión. En su informe del 24 de Abril refiere que se trataba de grupos desorganizados, sin entrenamiento militar, con armas obsoletas o desarmados, que probablemente hubieran sido barridos por las victoriosas tropas judías (aumentando el derramamiento de sangre). Viendo los resultados del conflicto, posiblemente tenía razón.  

FINAL DEL COMBATE: LOS ÁRABES ABANDONAN HAIFA

Lo que quedaba de los notables árabes de Haifa constituyeron un "Comité de Emergencia", entre cuyos miembros figuraban dos de los miembros del antiguo Comité Nacional: Farid Saad y Sheik Murad. Este último era dirigente de los Hermanos Musulmanes de Haifa, y se distinguió esparciendo rumores de "atrocidades" judías y advirtiendo a sus conciudadanos que si capitulaban, probablemente, serían asesinados en masa.(4) Su margen de maniobra era mínimo; acordaron solicitar -a través del general Stockwell- una tregua a la Haganah. Stockwell informó a los judíos, y les pidió condiciones para negociar un alto el fuego con los árabes. Los judíos eran muy conscientes de que habían ganado, y estuvieron de acuerdo con negociar la rendición de los grupos armados árabes y la entrega de las armas, no una simple tregua. Se acordó una reunión tripartita a las cuatro de la tarde, con representantes judíos, árabes y británicos.

Mientras tanto, el Comité de Emergencia pidió al cónsul de Siria en Haifa (Thabet al-Aris), que informase a su gobierno y a la Liga Árabe y pidiese instrucciones para las negociaciones. Sin embargo, al-Quwatly no parecía darse cuenta de la magnitud de la derrota árabe; se mostraba "extrañado" de la exigencia de la Haganah de que los árabes rindiesen sus armas y se limitó, con el gobierno libanés, a protestar ante el gobierno británico de su "inacción" ante la "agresión judía".

Llegadas las cuatro de la tarde, no había respuesta útil a las dudas del Comité de Emergencia. En la reunión, celebrada en el Ayuntamiento, estaban presentes Stockwell, Cyril Marriot (Cónsul General Británico en Haifa) y otros oficiales ingleses; Shabtai Levy, Mordecai Makleff (jefe de operaciones de la Brigada Carmeli), Yaacob Salomon (representante de la Haganah ante los británicos) y otros oficiales judios; Farid Saad, Sheik Murad; Muhammad Abu Zayyad (un empresario árabe), Victor Khayyat (empresario y Cónsul honorario de España), Elías Koussa (un abogado), y otros miembros del Comité y la Comunidad árabe de Haifa. Shabtai Levy abrió la reunión expresando su deseo de paz y reconciliación de "los miembros de ambas comunidades(5)

Las términos que ofrecían los judíos para la rendición eran generosas. A solicitud de Stockwell habían "suavizado" algunas condiciones para salvar la cara del Comité ante la opinión pública, el Alto Comité y la Liga Árabe. Así, en lugar de "rendición" se hablaba de "tregua" o de "alto el fuego". Los árabes no debían entregar sus armas a los judíos, sino que se hablaba de que los británicos "retendrían" las armas de los árabes y no se las entregarían a la Haganah hasta el 15 de Mayo; se impondría un plazo de veinticuatro horas (y no de tres, como quería la Haganah) para entregarlas; se deportaba -y no se detenía- a los varones en edad de combatir, y se dejaba libre a los demás árabes; se arrestaría a los Nazis "europeos" - y no a los árabes colaboradores del III Reich- para entregarlos a los británicos, y se ordenaba la retirada de todas las barricadas árabes. Los judíos, por su parte, se comprometían a permitir a todos los ciudadanos, judíos y árabes, libertad de circulación, de residencia, religiosa, y completo acceso a los servicios públicos.

Los británicos se mostraron satisfechos con la moderación de los judíos. Incluso Cyril Marrot, cuya postura en el conflicto palestino era abiertamente anti-israelí, escribió: "la delegación judía ha causado una buena impresión por su magnanimidad en la victoria, la moderación de sus términos de la tregua, y su disposición a aceptar las modificaciones solicitadas por el general Stockwell"

Los árabes pidieron veinticuatro horas para consultar; los judíos se opusieron, y finalmente se acordó concederles una hora. La sesión se levantó a las 17:30; sobre las 19:15 regresaron los miembros cristianos de la delegación árabe (los musulmanes, al parecer, no estaban dispuestos a "participar en una rendición") y respondieron a los términos propuestos que "no estaban en posición de firmar una tregua" y, dado que "no tenían control sobre los elementos militares árabes en la ciudad", "no podían garantizar que se cumplirían las condiciones que se acordasen en una tregua", aunque la firmasen. Tan enrevesada negativa apunta a dos posibilidades:
  • Bien los mandatarios locales habían consultado con representantes del Alto Comité Árabe en Beirut o Damasco, que les habían prohibido la rendición. En la década de los setenta, miembros de la Haganah (Ephraim Elroi, Aharon Kari y Naftali Lifschick) desvelaron(6) que tenían interceptados los teléfonos de los notables árabes y sus técnicos oyeron -y comunicaron a los negociadores judíos- que el representante del AHC prohibía explícitamente la rendición a los  árabes de Haifa.
  • Bien los representantes de Haifa no pudieron encontrar a nadie con poder de decisión al otro lado del teléfono y, temiendo ser tachados de traidores, y confiando en una próxima invasión árabe que daría la vuelta a la situación (y castigaría a quienes se hubieran rendido) decidieron abandonar la ciudad.
Benny Morris plantea como "dudosa" la versión de los miembros de la Haganah debido a los años transcurridos -unos veinticinco- entre los hechos y su salida a la luz. Sin embargo, el tiempo pasado no es argumento suficiente para descartar su veracidad; en asuntos de espionaje es común que se mantenga silencio largos años, aunque sólo sea para no poner en riesgo la red de escuchas.

En todo caso, sea una u otra la versión correcta, parece confirmado que los árabes de Haifa no huyeron por una expulsión forzada por los israelíes. En su inmensa mayoría lo hicieron por propia voluntad o temerosos de que el resto de los árabes les culpasen como "cobardes traidores". No hay que olvidar que en estas fechas (finales de Abril) la población árabe de Palestina creía firmemente en una próxima y victoriosa invasión de Palestina por los ejércitos árabes. Los medios de comunicación árabes prometían la invasión, como muy tarde, para el 15 de Mayo -y una campaña corta de dos a cuatro semanas- y no dejaban de lanzar amenazas contra los "colaboradores" y "traidores", que sufrirían tremendas represalias.

Volvamos a la reunión del Ayuntamiento de Haifa. Los miembros que quedaban del Comité de Emergencia ofrecieron, como alternativa a la rendición "que la población árabe de Haifa deseaba ser evacuada y estarían agradecidos [si los británicos les proporcionaban] asistencia militar". Shabtai Levy y Yaacob Salomon, por parte de los judíos, trataron de convencer a los árabes para que se quedaran, prometiéndoles un trato justo, paz e igualdad. Stockwell intervino también, intentando que dieran marcha atrás:
"Están tomando ustedes una decisión equivocada. Piénsenlo mejor, o lo lamentarán más adelante. Deben aceptar las condiciones de los judíos. Son bastante justas. No destruyan sus vidas sin razón. Después de todo, ustedes empezaron la lucha, y los judíos han ganado"(7)
Contra el consejo del militar británico, los árabes persistieron en su intención de abandonar Haifa. Stockwell facilitó camiones y logística militar para evacuar a unas veintisiete mil personas. Pocos días después, sólo quedaban unas tres mil personas de los setenta mil habitantes árabes de la Haifa de antes del conflicto.

Según los periodistas y representantes extranjeros presentes en la zona después de la batalla, el trato de los judíos a la población árabe que quedaba en Haifa fue muy correcto, con algunas excepciones: hubo pocos casos de pillaje y agresiones, y la mayoría de estas últimas se produjeron durante la requisa de armas que se realizó entre los árabes que permanecieron en la ciudad; algunos de ellos se resistieron a entregar las armas y se enfrentaron a los miembros de la Haganah.

Dos informes policiales, firmados por A.J. Bidmead, Superintendente del CID británico*, afirman: el primero de ellos, firmado el 26 de Abril, que los judíos "están haciendo todo lo posible para persuadir al pueblo [árabe] a quedarse y continuar con sus vidas" y otra del 28 de Abril (muchas veces citada erróneamente como también del 26 de Abril) en la que dice básicamente lo mismo sobre los esfuerzos de los judíos pero, atención, también dice que los "líderes árabes reiteraron su decisión de evacuar a toda la población".

También los informes periódicos de la 6ª División Aerotransportada dan fe de las mismas realidades: la voluntad de los judíos de evitar el éxodo de los árabes; el deseo de éstos de abandonar la ciudad, y la petición a los ingleses de ochenta camiones diarios, con un adecuado suministro de combustible , alimentos, etc, para realizar el viaje, lo que provocó un irritado comentario de uno de los ayudantes de Stockwell ("quédense, y tendrán de todo")  a lo que los notables árabes volvieron a  contestar: "Todo está perdido; y aunque muramos todos, no firmaremos el documento [de tregua]"

Incluso personas que no simpatizaban con los judíos atestiguaron sus esfuerzos por evitar el éxodo de la población árabe; entre otros, el vice-cónsul americano en Haifa, Aubrey Lippincott -que lo achacaba a "intereses de los judíos por demostrar lo democráticos que son [...] y porque les necesitan para el trabajo"- o el propio Farid Saad, del Comité Nacional Árabe, advertía de que los judíos estaban llevando a cabo una "intensa campaña de propaganda para convencer a los árabes de que se queden";  

También los medios de comunicación informaron sobre la huida en masa de la población árabe, cargando la responsabilidad en sus líderes políticos y militares árabes.

El corresponsal de United Press, Mano Dierkson escribía:"Mientras los judíos intentaron que los árabes permanecieran en Haifa, el Comité de Emergencia hizo todo lo posible para que se fueran" "Informe de United Press desde Haifa del 24 de Abril de 1948)

El informe de la prestigiosa revista "Time" sobre la batalla, publicado el 3 de mayo, decía:
"La evacuación en masa, en parte por miedo, en parte por las órdenes de los líderes árabes, dejó los barrios árabes como ciudades fantasmas. Con la huida de los trabajadores árabes, sus líderes pretendían provocar una paralización de [la actividad económica de] Haifa"
También "The Economist", el 2 de Octubre de 1948, hacía una recapitulación de lo que había ocurrido en Haifa:
"Hay poca duda de que los factores más poderosos [que desencadenaron la huida] fueron los comunicados hechos por el Alto Comité Árabe, urgiendo a los árabes a huir... Estaba claramente implícito que aquellos árabes que permaneciesen en Haifa y aceptasen la "protección" judía serían tratados como renegados"
"The Economist" introduce un punto trascendental: los líderes árabes se negaron a aceptar un Estado Judío "aunque fuera del tamaño de un sello de correos", en palabras del Muftí. Por lo tanto, cualquier grupo colectivo o personalidad árabe que firmase una tregua, paz o rendición con los judíos, estaba aceptando la existencia de este Estado y, por lo tanto, podía ser considerado "un traidor". Hago notar que, cuando se produce la batalla de Haifa, en la segunda quincena de Abril, los árabes -al menos de palabra- confían en vencer en pocas semanas a sus enemigos. Meses después, sobre todo tras los "Diez Días" y la Segunda Tregua** las derrotas militares y el abandono momentáneo del objetivo de aniquilar el Estado de Israel hacen que los árabes adopten una actitud más pragmática: grupos políticos y militares, incluso países árabes, firman treguas temporales. Pero los habitantes de Haifa no tuvieron esa opción.

Los judíos lanzaron folletos y emitieron programas radiofónicos llamando a la población árabe, en su idioma, a permanecer en la ciudad y colaborar con el Comité Conjunto por el Restablecimiento de la Normalidad, que se constituyó el 23 de Abril. Patrullas de soldados recorrieron los barrios árabes para informar a la población de que "no tenían nada que temer". El Rabinato de Haifa emitió una dispensa especial para que los panaderos pudieran fabricar pan con que alimentar a la población árabe el 24 de Abril, que caía en shabbat. Golda Meir declaró en su informe a la Agencia Judía del 6 de Mayo:
"No vamos a ir a buscarles a Acre o a Nazareth para que vuelvan los árabes [a Haifa]... Pero nuestra conducta debe ser tal, que, si se sienten con ganas de volver sean bienvenidos... No debemos maltratar a los árabes para que no vuelvan
La opinión del Alto Comisionado
Siempre hay (como Benny Morris) quien dirá que el trato correcto dado por la Haganah a los árabes en Haifa tuvo mucho de propaganda. Y (como Pappé) quien niegue el buen comportamiento de las tropas judías y quiera creer en todas las masacres "denunciadas" por propagandistas árabes. Resulta útil recordar, una vez más, que los representantes de las potencias occidentales estaban presentes antes, durante, y después de la batalla, y fueron testigos de lo ocurrido. Quizás el más significativo de todos los testimonios que podemos recoger sea el del propio Alto Comisionado (la máxima autoridad británica en el Mandato) Sir Alan Cunningham, que sin embargo no era personalmente favorable a los sionistas, y que declaró tajantemente a medios contemporáneos que los árabes eran los principales culpables de la violencia en Haifa y, que, desde luego, no había habido ninguna masacre.


LOS ÁRABES DAN EXPLICACIONES

En los días sucesivos se vio que los árabes no estaban dispuestos a reconocer la buena voluntad de los israelíes o la parte de culpa que pudieran tener en la derrota y huida de Haifa.

El Alto Comité Árabe, por boca de Jamal al-Husayni*.  hermano del Muftí de Jerusalén Amin al-Husayni, se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU el día 23 de Abril, "denunciando" que las condiciones presentadas por los judíos habían sido "tan humillantes que los árabes preferían abandonar sus posesiones".

Otras explicaciones incluyen historias sobre vehículos de los judíos con altavoces intimando a la huida y amenazando con graves consecuencias en caso de no evacuar la ciudad. Autores como Erskine B. Childers*,  Edward Said o Ilán Pappé hablan de esto, pero sólo dan, como única referencia, a Arthur Koestler, que en "Palestine: Promise and Fulfilment" hace una referencia a esta historia... sin que les preocupe mucho que "su" testigo, Arthur Koestler, no llegó a Haifa hasta el 4 de Junio -mes y medio después de los hechos- y por tanto habla de oídas(8).

Otra de las razones que se oyeron -sobre todo en los últimos días del Mandato- y se siguen escuchando en algunos círculos pro-palestinos para justificar el colapso y el éxodo de los árabes de Haifa es que los judíos cometieron una horrible masacre, que provocó el pánico entre los árabes. Como en el caso de Deir Yassin, los hechos se intentaron descontextualizar (las decenas de muertos en el curso de una batalla se convirtieron en "masacre") y las cifras se inflaron tremendamente, aún más que en el caso de Deir Yassin -se llegó a hablar incluso de "tres mil muertos"- con intención de provocar una intervención internacional, y de justificar la invasión árabe. Sin embargo, en este caso, la presencia de observadores estadounidenses y europeos en la ciudad mientras se produjo el combate y posterior huida de los árabes sirvió, en su momento, para que la propaganda no tuviese gran impacto en la opinión pública internacional.

En el fondo, tanto las acusaciones de "masacres" como de "golpe maestro psicológico con los altavoces" sirvieron, en su momento, para "bálsamo" de una población que no podía aceptar fácilmente la humillante derrota sufrida a manos de una población a quien consideraban inferior.

Sin embargo, más de sesenta y cinco años después resulta difícil comprender cómo los lectores aún pueden seguir creyendo relatos de masacres publicados por autores partidistas que escriben décadas después, y basándose en rumores "de oídas", en lugar de hacer caso de los informes oficiales británicos o de testigos de primera mano que presenciaron los sucesos y son esencialmente fiables.

Como en el caso de muchas "supuestas masacres" que se "denuncian" en obras de autores partidistas, como Pappé o Said, deberíamos ponernos en el momento y mentalidad de los testigos, y considerar si los hechos que se nos cuentan se compadecen con la psicología de los actores. Por ejemplo, en el caso de Haifa, hay gente que parece creer que, por ocurrir los hechos sólo tres años tras el final de la guerra mundial, con sus millones de muertos, los testigos de una matanza de un centenar de personas pueden haber estado tan deshumanizados como para tolerarla. Ello podría ser cierto en el caso de los combatientes (sobre todo los irregulares sin formación militar- pero, en el caso de los militares ingleses, los funcionarios de la ONU, los civiles occidentales y las organizaciones humanitarias ocurrió todo lo contrario: el descubrimiento de los crímenes cometidos por los nazis había provocado tal horror en el mundo que es absolutamente impensable que un general inglés, o un civil norteamericano permitiese una masacre contra una población desarmada sin intentar evitarlo, de ser posible, y sin denunciarlo posteriormente.(9)


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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
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  1. "Pequeño David": mortero de fabricación artesanal que utilizaron las fuerzas judías durante su guerra de independencia (1947-48) Fueron llamados así por su inventor, David Leibowitch, así como por resonancias bíblicas ("David contra Goliath"). Se fabricaron sólo seis, pero sus resultados fueron espectaculares, para un ejército que no disponía de artillería por entonces. Su desproporcionada carga de explosivos (40 kg) y el terrorífico sonido que producía aterrorizaban a los árabes.
  2. "1948: A history of the First  Arab-Israeli War"; Benny Morris; Yale University Press, 2008; Pg 142
  3. Un observador militar inglés lo describió como "indiscriminado y repulsivo", lo que resulta -tal vez- algo cínico, por provenir de un miembro del ejército que arrasó Dresde o Hamburgo.
  4. "Palestine betrayed"; Efraim Karsh; Yale University Press, 2010; Pg 140
  5. "The Birth of the Palestinian Refugee Problem Revisited"; Benny Morris; Cambridge University Press, 2004; Pg 195
  6. "Rethinking the Middle East";  Efraim Karsh. Toutledge, 2003; Pg 154
  7. "Palestine betrayed"; Efraim Karsh; Yale University Press, 2010; Pg 135
  8. La mala fe de Edward Said, por ejemplo, en "Blaming the Victims: Spurious Scholarship and the Palestinian Question" es asombrosa; sobre todo porque no puede haber otra explicación para que sea tan tendencioso: citar a Koestler como "testigo del sionismo más militante", sin advertirnos de su filiación política antisionista y comunista estalinista; o ridiculizar o negar los relatos de testigos presenciales más o menos imparciales (como los militares británicos, el CID, o los diplomáticos americanos) mientras se "asombra" de que distintos estudiosos rechacen a Koestler (que, repito, NO fue testigo presencial); o que cite a Morris cuando éste niega que la causa principal del éxodo árabe fuese las órdenes de sus líderes, pero oculte que Morris dice que esas órdenes, en algunos casos existieron, y niega que la causa principal fueran las órdenes de los líderes judíos...
  9. Obviamente, podemos encontrar múltiples ejemplos de masacres cometidas, o aparentemente tolerados, por organizaciones humanitarias, militares de las Naciones Unidas, civiles o diplomáticos, etc. En ocasiones puede deberse a acciones criminales cometidas por maldad o como actos de venganza; otras veces la tolerancia es sólo aparente. En el conflicto que nos ocupa, se ha acusado de apatía a los británicos en el caso de Deir Yassin (pero, en realidad, nunca se enteraron a tiempo como para hacer nada) y en la masacre del convoy de la Hadassah (pero, en realidad, los judíos del convoy declinaron la ayuda del coronel Jack Churchill cuando consiguió llegar hasta ellos y, aunque tal vez hubo una cierta venganza de los ingleses por los sucesos de Deir Yassin, hay que tener en cuenta que la versión que nos llega en una supuesta masacre es siempre la de las víctimas). Habrá entradas para ambos sucesos.

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