sábado, 6 de septiembre de 2014

LA HUIDA DE HAIFA: ABRIL 1948 (I)

En 1947, Haifa era la segunda ciudad de Palestina -con 145000 habitantes, sólo la superaba Jerusalén- y su población estaba más o menos repartida entre judíos (75000) y árabes (41000 musulmanes y 29000 cristianos).

Su importancia era mayor que la que indica la simple demografía: era el principal puerto del Mediterráneo palestino, núcleo del sistema de comunicaciones terrestre (sobre todo, de los ferrocarriles), el mayor foco industrial de la región, capital administrativa de Palestina Norte para árabes y judíos y, por si fuera poco, era la sede de la Refinería e inicio/final del oleoducto Mosul-Haifa. Militarmente, su dominio era imprescindible para cualquier ejército que quisiera controlar Galilea Oeste.

Haifa fue asignada en la Partición al futuro estado de Israel; debido a su situación estratégica, su vital importancia económica y su población mixta, era evidente que, en caso de conflicto, resultaría uno de los principales focos de enfrentamiento. Sin embargo, los líderes judíos eran conscientes de que los ingleses tenían a Haifa como su principal punto de retirada, y habían decidido no arriesgarse a un choque con el Ejército británico tratando de conquistarla antes de tiempo. Por lo tanto, su intención era apoderarse de la ciudad después del final del Mandato y, por supuesto, antes de la invasión de los ejércitos árabes (si se llegaba a producir).

Cuando al final se produjo la conquista de Haifa por las tropas judías se debió a dos circunstancias muy precisas: que el tiempo se acababa y los judíos debían capturar toda Haifa y organizar su defensa antes de la más que posible agresión de los países árabes, y que la Haganah tuvo una oportunidad -mediante la desintegración y el colapso de la comunidad árabe- que no podía desaprovechar.

FUGA DE HAIFA. PRIMERA OLEADA .

Incluso antes de la votación de la Partición (27 de Noviembre) parte de la población árabe de media y alta clase -quienes contaban con poder adquisitivo suficiente- comenzó a huir, buscando lugares más tranquilos donde vivir hasta que se solucionara el problema. No era la primera vez; durante los disturbios de Izzedin Al-Qassam (1935) y la Gran Revuelta Árabe (1936-39), parte de la población huyó del deterioro de la convivencia provocada por la extorsión de los partidarios árabes extremistas y la represión británica, buscando mayor tranquilidad en lugares más estables.

Un informe de la 6ª División Aerotransportada británica del 21 de Noviembre de 1947 informaba de la “evacuación de muchos árabes de Haifa y sus familias” hacia otras ciudades del interior de Palestina y países árabes vecinos, “en previsión del período de desórdenes que anticipaban”. A mediados de Enero, cuando el conflicto apenas había empezado -y, por tanto, difícilmente se puede culpar a los judíos de este éxodo- habían huido unos 25000 árabes de Haifa. No sólo fue el miedo a la violencia de la guerra contra los judíos que los medios árabes no paraban de anunciar, o la posibilidad de quedar en tierras de un futuro Estado de Israel, lo que causó el desplazamiento. La propia comunidad árabe estaba profundamente fragmentada, entre musulmanes y cristianos (de largo, mucho menos comprometidos en la guerra contra el Yishuv); entre ricos y pobres; habitantes urbanos -más dispuestos a emigrar cuando los negocios hicieron quiebra- y campesinos; e, incluso, entre familias “veteranas” en Haifa e inmigrantes recientes (básicamente, durante las hambrunas de los años 30 y 40 en el Hauran* o en Líbano).

Hadj Rashid Ibrahim
Por eso, cuando la guerra creció en intensidad, la comunidad árabe, lejos de presentar un frente común cohesionado, apareció como dividida y poco dispuesta al combate unificado. Por otro lado, la falta de liderazgo empeoró dramáticamente las perspectivas del bando árabe palestino. Además de la huida de muchos notables y funcionarios -lo que produjo el colapso de la administración civil - cada grupo (cristianos, suníes, chiíes; circasianos, kurdos, libaneses, sirios) cada familia o clan, confió en sus propios miembros y contrató guardias para garantizar su seguridad. En muchas ocasiones los guardias -a menudo sirios o kurdos del Ejército Árabe de Liberación* financiado por la Liga Árabe- extorsionaban a sus “protegidos”, y se dieron muchos casos de pillaje, violaciones y saqueo.

En Diciembre de 1947 se instituyó el que debería ser el órgano de gobierno local de los árabes de Haifa: el Comité Nacional, compuesto por quince miembros y dirigido por Hadj Rashid Ibrahim.Contrataron como Comandante Militar a un joven teniente en excedencia de la Legión Árabe, Muhammad Hamad Hunaiti. Sin embargo, sus esfuerzos por conseguir siquiera una apariencia de normalidad en la Haifa árabe fracasaron lamentablemente. En muchas ocasiones, sus órdenes eran contradictorias entre sí y con las del Alto Comité Árabe, inspirado por el Muftí de Jerusalén Hadj Amin al-Husayni, lo que provocó un desconcierto y temor crecientes entre la población. En general, hasta la primavera de 1948, ambos Comités intentaron frenar el flujo emigratorio de la población, al menos de los varones en edad de combatir, pero la falta de organización logística (víveres, agua, medicamentos, comercio, lucha contra el acaparamiento, freno a la inflación) y la rivalidad entre el Comité Nacional, el Alto Comité, las bandas de irregulares, las partidas del Ejército de Liberación, etc, por conseguir provisiones para los suyos, hizo imposible una mínima cohesión entre los árabes. Llegado el momento en que los suministros escasearon para los habitantes de clase media y baja, mientras los notables y las bandas armadas vivían opíparamente, el flujo de personas que huían de la ciudad fue ya imparable.

Capítulo aparte es el esfuerzo militar. El Comité Nacional de Haifa rechazó, el 12 de Diciembre de 1947, la sugestión del Alcalde judío, Shabtai Levy, de negociar un protocolo conjunto de rechazo a la violencia y alto el fuego. Sin embargo, los intentos por conseguir armas, municiones, y organizar la defensa contra un posible ataque de los judíos (Haifa había sido asignada al futuro Estado Judío) fueron también sonoros fracasos. El Comité Nacional de Haifa envió delegaciones para entrevistarse con el Muftí de Jerusalén, en El Cairo, y con los representantes de la Liga Árabe y el gobierno sirio de Shuqri al-Quwatly, pero sólo obtuvieron buenas palabras y más confusión: el Muftí, molesto por lo que consideraba insubordinación del Comité de Haifa al nombrar a Hunaiti, envió un grupo de hombres armados de hombres fieles a él, dirigidos por un oficial iraquí, y se apropió de una partida de armas que la Liga Árabe había enviado a Haifa.

Shabtay Levi recibe a dos huéspedes (1950)
Los propios miembros del Comité no parecían darse cuenta de la gravedad de la situación: aunque se trataba de hombres adinerados, sus propias contribuciones económicas fueron insignificantes, y las actas de reuniones muestran un sorprendente absentismo; la mayoría de los miembros habían unido a finales de Marzo, y el propio Rashid Ibrahim lo hizo a principios de Abril. 

Por entonces (inicios de Abril) sólo quedaban en Haifa unos 30000 habitantes árabes, apenas la mitad de sus habitantes originales.(1). Y pese a que, ocasionalmente, había habido casos de violencia seguidos por represalias feroces (el atentado contra empleados árabes de la refinería cometido por el Irgún, la "masacre de la refinería de Haifa*" cometida por trabajadores árabes, el ataque de represalia de la Haganah a Balad al-Shaikh, o un atentado de los hombres del Muftí contra un centro comercial judío en Enero de 1948, por ejemplo) la fuga en masa de los habitantes de Haifa no se debió tanto al estado de guerra o a la posibilidad de un ataque militar de los judíos como al colapso de la sociedad local y regional árabe.

LA GUERRA SE ACERCA. SEGUNDA OLEADA

Hasta finales de Marzo de 1948 la Haganah se mantuvo a la defensiva, limitándose a lanzar golpes de mano puntuales contra cuarteles árabes, con la intención de mantener abiertas las rutas de comunicación con todos los asentamientos judíos, y fundamentalmente Jerusalén. La extrema penuria en armas, el miedo a la superioridad demográfica árabe y la posible intervención de fuerzas árabes extranjeras; combinados con la presencia en Palestina de las tropas británicas, obligaron a los judíos a mantenerse a la contra. Haifa no fue una excepción: la cercanía de los países árabes limítrofes, con unas fronteras permeables ante la general benevolencia británica hacia los árabes, podría haber sido aprovechada por éstos para conseguir una superioridad militar que, tras la retirada de los británicos, hubiese llevado a una rápida caída de toda Palestina en manos árabes.

Lo que ocurrió, en cambio, fue parecido a una bola de nieve: la ineficacia de sus líderes, la corrupción, el penoso ejemplo dado por los notables al abandonar Haifa, la sensación de que "otros debían luchar por nosotros", las disensiones internas, etc, provocaron la fuga de quienes podían permitírselo; como resultado, se abandonaron campos, se cerraron negocios, escuelas, centros sanitarios y, en una palabra, se produjo el colapso civil aún antes del desastre militar.

Por si fuera poco, la ineptitud del mando militar árabe selló el destino de la ciudad cometiendo una cadena de errores que llevaron, el día 17 de Marzo, a la destrucción de un gran transporte con 15 toneladas de armas y municiones que, proveniente de Siria, se suponía que debía abastecer a los defensores árabes de Haifa. Entre los más de cuarenta árabes muertos estaba Hamad Hunaiti, que estúpidamente había anunciado el paso del convoy -incluso en los medios de comunicación- retando a los "cobardes judíos" a atacarle (2).

La noticia de la derrota aceleró la huida en masa de la población: largas filas se formaron ante los consulados de los países árabes, las navieras, los transportes, buscando una plaza; en teoría sólo las mujeres, ancianos y niños podían abandonar Palestina; en la práctica, se pagaban grandes sobornos o se hacían funcionar importantes influencias para conseguir nombramientos de "responsabilidad" con que "seguir combatiendo" a los judíos desde Beirut o Damasco. El Comité Nacional se disolvió ignominiosamente, con una última reunión -con sólo cuatro asistentes- el día 13 de Abril.

En muchos artículos y libros que tratan este conflicto se le concede una importancia, que a mi juicio es excesiva, al impacto que causó sobre Haifa el rumor de atrocidades cometidas por los judíos (sobre todo en Deir Yassin) y la caída de Tiberíades en manos de la Haganah. En realidad, ambos hechos sucedieron bien entrado el mes de Abril, cuando más de la mitad de la población árabe había huido ya, y la desorganización de su comunidad era irremediable.

De hecho, incluso desde fuera se comprendía que los árabes de Haifa no eran capaces de defenderse a sí mismos. A finales de Marzo, intentando prevenir la caída de Haifa en manos de los judíos, el Comando Militar del Ejército de Liberación Árabe destinó a la ciudad a 200 o 300 combatientes. Mal entrenados y peor dirigidos, se mostraron poco motivados para combatir y se dedicaron más bien al pillaje y al saqueo. Muchos de ellos, junto con parte de las milicias de la ciudad, desertaron con sus armas -empeorando aún más la situación militar- cuando el colapso de la Administración árabe provocó la bancarrota y fue imposible pagar sus salarios.

Combatientes judíos en Haifa
El futuro de Haifa se decidía también en otros frentes palestinos. Durante la segunda mitad de Marzo, los árabes aprovecharon su superioridad numérica y estratégica (ocupaban multitud de pequeñas aldeas que dominaban las rutas hacia muchos establecimientos judíos) para asaltar y destruir varios convoyes de suministros. La Haganah, de repente, se quedó prácticamente sin transportes blindados; Jerusalén quedó virtualmente aislada y a punto de caer.

David Ben Gurion y los principales comandantes militares de la Haganah (Yitzhak Rabin, Yitzhak Sadeh, Yigael YadinYigael Allon entre otros), decidieron abandonar la estrategia defensiva y pasar a la ofensiva para asegurarse el control de los territorios asignados en el plan de partición al Estado Judío y defender sus fronteras ("Plan Dalet"). Como el peligro más acuciante para la Haganah estaba en el asedio de Jerusalén*, los primeros esfuerzos se dedicaron a ocupar los poblados que cerraban el acceso a la capital y permitir forzar el bloqueo. Como para la Operación Najshon* se retiraron efectivos de las unidades en combate en los distintos frentes, y la Haganah no deseaban entrometerse en la ruta de retirada británica a través del puerto de Haifa, los árabes tuvieron un momentáneo respiro.

Continuaremos en la próxima entrada relatando el desenlace de la batalla de Haifa, con el proceso de negociaciones y las causas de la huida de la mayoría de la población árabe que aún quedaba en la ciudad

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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
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  1. Citado, entre otros, en a) "Haifa National Committee, 'Protocol of a Meeting at the Arab Bank, 12 April 1948', Archivos de la Haganah" 105/400, p. 45; b) Diario "Ha-aretz", 14 April 1948, p. 4.
  2. Hunaiti llamó desde la frontera sirio-palestina a sus cuarteles de Haifa, sin percatarse que la línea estaba pinchada por el enemigo. Un error incomprensible en un oficial de la Legión Árabe: "Report on an Operation against Arms Convoy and Arabs Commanders, on 17.03.1948" Archivos de las Fuerzas de Defensa de Israel 1949/815/1


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