jueves, 13 de abril de 2017

LAWRENCE DE ARABIA, O LA NO-TAN-EXITOSA-REVUELTA ÁRABE (II). EL SHERIF Y McMAHON: LAS CARTAS SOBRE LA MESA

Como vimos en la primera entrada de esta serie, el sherif  [Protector y Custodio] de La Meca, Husayn Ibn Alí y sus hijos -del Clan Banu Hashim, origen de los Hashemitas-habían buscado la alianza con el Imperio Británico:
  • En primer lugar para conseguir su apoyo para que Husayn fuera nombrado sherif (1908).
  • Luego -en conspiración abiertamente desleal respecto al Sultán y Califa, a quien habían jurado obediencia- para que los británicos apoyasen a Husayn en su intención de proclamarse soberano independiente del Hejaz (Febrero de 1914). 
  • Finalmente, tras la entrada de Turquía en la Gran Guerra al lado de las Potencias Centrales, el sherif se decidió -apoyándose en las armas, pertrechos y dinero del Imperio Británico- a lanzar una gran apuesta por organizar una rebelión contra el Imperio Turco, debido a:
    • La propia ambición de Husayn, que trataba de volver a fundar un Imperio Árabe sobre el mundo musulmán, como en los tiempos de los Umayyas, en el que él sería Califa, además de Sultán, claro;
    • El fervor nacionalista de las Sociedades Secretas árabes al-Fatat* y al-Ahd*, muy activas pese a estar constituida por apenas unos 350 activistas, que contactaron con él y le contagiaron la idea de erigirse en dirigente de un Imperio árabe desde Persia al Canal de Suez, y desde el Océano Índico a la franja sur de la actual Turquía; 
    • Y finalmente una ligereza de Lord Kitchener, Secretario de Estado de Guerra (Ministro) a finales de 1914, que "dejó caer" (al parecer, sin consultar a su Gobierno) que el Califato (entendido como un puesto espiritual, sin poder temporal) podría pasar de manos turcas a árabes con el visto bueno británico.
El problema, en la partida de poker que se inició con la primera de las cartas que Husayn ibn Alí envío al Alto Comisionado en Egipto, Sir Henry McMahon* (que inició un intercambio epistolar conocido como Correspondencia Husayn-McMahon*, cuya importancia es mucho mayor por lo que los movimientos políticos posteriores han querido interpretar que por lo que realmente se dijo) es que el sherif prácticamente no tiene cartas para jugar. No tiene soldados, no tiene armas, no tiene dinero (o mejor dicho, no desea gastar SU DINERO para organizar la rebelión), tiene vecinos militarmente más poderosos que él y que le odian... Sólo  tiene un cargo muy prestigioso y una capacidad de farol impresionante, como veremos a continuación... además de unos interlocutores muy torpes..
La primera de las cartas que se llegaron a conocer como Correspondencia Husayn-McMahon (Sir Henry McMahon, Alto Comisionado británico en Egipto, era hombre de confianza de Lord Kitchener, que era quien le había propuesto para ese puesto) fue enviada por Abdullah -sin duda el más inteligente de los hijos del Sherif- en nombre de su padre, a Ronald Storrs*, Secretario de la Agencia Británica para Oriente, el 14 de Julio de 1915 (1). Se recibió el 18 de Agosto de 1915 en El Cairo, y los puntos más relevantes eran:
  • En ella Husayn ya no habla como Sherif de La Meca (cargo más espiritual que otra cosa) ni como gobernador del Hejaz; no habla tampoco en nombre de los súbditos del Hejaz -como en Febrero de 1914- sino, nada más y nada menos, en nombre de "la totalidad del Mundo Árabe, sin ninguna excepción". Cosa que, evidentemente, es falsa.
  • Como representante -siempre según él- de todo el Mundo Árabe, ofrece una alianza al Imperio Británico y sus aliados, de igual a igual, exigiendo el reconocimiento de una Gran Nación Árabe que incluye -en los limites que las Sociedades Árabes le habían transmitido y que hemos citado antes- la Península arábiga (excepto Aden), Palestina/Israel, Siria, Líbano, Iraq y Transjordania, más la parte Sur y Sudeste de la península de Anatolia (la actual Turquía).
  • Husayn exige ("England will acknowledge") que los británicos acaben con los privilegios de países extranjeros en el prospectivo Estado árabe, y que defienda tal abolición en una Convención Internacional a convocar para reconocer tales derechos de los árabes.
  • A cambio (ironía/on) el futuro Estado Árabe del Sherif ("The Arab Government of the Sherif") reconocerá la preferencia comercial de las empresas británicas siempre que, al menos, igualen las condiciones de otras empresas. O sea, básicamente, sólo dará preferencia a los británicos si no hay otra oferta mejor. 
  • Como autoproclamado interlocutor, se entiende que el Sherif sería el Gobernante de este Imperio Árabe (de tamaño muchas veces más grande que la Gran Bretaña) y, lo que es más, Husayn se permite dar un plazo -treinta días- para que los británicos respondan o, de lo contrario, el Sherif y su familia se considerarán con plena libertad de acción y decisión, y desligados de cualesquiera ofertas hayan hecho anteriormente al Imperio Británico.
La carta llegó a El Cairo el 18 de Agosto y, francamente, no despertó entusiasmo ni siquiera entre los valedores del Sherif. En Junio de 1915, una Comisión inter-departamental* británica dirigida por Sir Maurice de Bunsen* había emitido sus recomendaciones (2). Entre varias alternativas examinadas, la preferida por los diplomáticos del Comité era la de mantener un Imperio Otomano (con algunas escisiones territoriales) como estado federal; o, como segunda opción, la de zonas de influencia entre las potencias de la Entente. En las negociaciones con Rusia los británicos y franceses habían terminado por aceptar en principio -con muchas reticencias- la posibilidad de ceder el control de Constantinopla y los Dardanelos a los rusos (un anhelo de los zares que databa de varios siglos atrás); pero, desde luego, no se mostraban dispuestos a partir el Imperio Otomano en estados árabes incapaces de defenderse (creando una zona de inestabilidad como la balcánica) y, mucho menos, sustituir el Imperio Turco por un Imperio Árabe al que hubiera que subvencionar continuamente.

Entre otros muchos diplomáticos que se expresaron en ese sentido, McMahon creía que "la idea de la Unidad Árabe bajo un gobernante reconocido como Líder por otros dirigentes árabes aún es inconcebible para la mentalidad árabe"(3). El propio T. E. Lawrence ("Lawrence de Arabia") por citar uno de los personajes más icónicos de la "unidad e independencia árabes" apuntaba a principios de 1915 una serie de divergencias geográficas, económicas, culturales, etc que hacían desaconsejable la creación de un único Estado Árabe y se inclinaba por crear un país costero y otro interior en los territorios de mayoría étnica árabe (4).

No es de extrañar que la carta de Husayn fuera recibida con incredulidad y disgusto en los círculos británicos de El Cairo. Ronald Storrs, en los comentarios con que acompaña la carta traducida, antes de hacérsela llegar a McMahon, puntualiza que
"Aunque está claro que [el sherif] se esfuerza en conjugar intereses de los Árabes, podemos dar como seguro que no ha recibido ningún tipo de poder o mandato de otros gobernantes" (5)
Storrs creía, como muchos diplomáticos y políticos occidentales, de entonces y de ahora, que las amenazas del sherif , sus demandas o sus exabruptos eran mera retórica de regateo árabe para impresionar, y que luego se avendría a razones:
"Es consciente de que lo que pide, posiblemente como principio de negociación, es mucho más de lo que tiene derecho a exigir, esperar, o el poder de conseguir.[...] Probablemente cambiará su tono cuando caiga Constantinopla"(5)
En sus memorias Storrs fue más claro aún:
"[Husayn] exigía la concesión de un poder -como Rey temporal y Califa espiritual de todos los árabes- que él sabía mejor que nadie que no tenía ningún derecho a reclamar"(6)
Storrs -y otros expertos- recomendaron continuar las negociaciones (en la creencia que Husayn bajará el tono de sus exigencias, tras un regateo más o menos prolongado) sin hacer ninguna concesión territorial hasta ganar la guerra contra los turcos ("hasta expulsar a alemanes y turcos de Oriente Medio"), y prometer suministros: alimentos (el Hejaz estaba muy necesitado en este momento de la guerra), uniformes, incluso dinero, pero no tropas.

Así, tras ser informado el Foreign Office en Londres, McMahon fue autorizado a responder a Husayn la que vino a ser la segunda carta de la Correspondencia Husayn-McMahon (primera de McMahon al sherif). (7) Los puntos a destacar de esta carta son:
  • El Gobierno Británico se reafirma en la instauración del Califato en manos del mundo árabe (aunque, como hemos visto, el Califato, a ojos británicos significaba poder espiritual, no temporal).
  • Respecto a territorios y fronteras, los británicos rechazan discutir sobre ello mientras los turcos continúen ocupando grandes partes de la zona en disputa; y más cuando "con sorpresa y pena" han observado que muchos árabes continúan apoyando a alemanes y turcos.
  • Sin embargo se comprometen a enviar otro tipo de suministros a los árabes en cuanto éstos comuniquen dónde enviarlos, así como a hacer lo posible para que los portavoces del sherif puedan desplazarse a discutir otros puntos de interés.
La regañina puso furioso a Husayn, aunque estaba justificada. Muchos árabes colaboraban con los Imperios Centrales, pese a que el sherif anunciaba hablar en nombre de "todos los árabes sin excepción". Y la negativa a concederle promesas concretas sobre la creación de un Imperio Árabe, sus fronteras o su extensión terminó de disgustarle. Para Husayn la dignidad de Califato era de muy poca importancia si no gozaba de poder temporal .

El enfado de Husayn se hace notar en la carta de contestación, enviada al Alto Comisionado con fecha del 9 de Septiembre de 1915(8).
  • En ella el sherif se queja amargamente (y hasta en tres ocasiones) de la frialdad, la ambigüedad, y del tono de duda de la carta anterior. En realidad no hay tal: la irritación de Husayn es más bien fingida, suena a la típica protesta victimista en forma de alaridos y rasgarse las vestiduras por lo mal que son tratados los árabes por los occidentales y el Imperio Británico.
  • La queja británica de que muchos árabes aún prestan su apoyo a las Potencias Centrales es calificada desdeñosamente por Husayn como mera "excusa" y se describe -presentando un cuadro que resulta casi humorístico- a todos los árabes de Oriente Medio, incluyendo aquellos que apoyan a turcos y alemanes, como pendientes de las negociaciones entre Husayn y el Imperio Británico para, una vez concluidas, tomen partido por uno u otro bando. O sea, la culpa de que una mayoría de árabes de Oriente Medio aún apoyen al Imperio Turco se debe a que los británicos aún no le han prometido su Imperio al Sherif.
  • No obstante, todo esto no lo pide Husayn para sí mismo -afirma- sino para su pueblo árabe. Los territorios que exige para su Imperio, en realidad, son imprescindibles  como "necesidad vital" para sus súbditos; así de generoso y desprendido es.
  • Sin embargo, y este es un punto clave, Husayn no realiza demandas innegociables (no puede, dada su debilidad) sino sujetas a más conversaciones: "Cualquier cosa que el Ilustre Gobierno de la Gran Bretaña encuentre adecuado para su Política en este asunto, nos lo puede comunicar, así como especificar el proceso que debemos seguir"
La segunda carta de McMahon al sherif, de fecha 24 de Octubre de 1915(9), comienza con un contrito Alto Comisionado pidiendo disculpas si ha parecido "frío y con dudas" en la carta anterior. También (al parecer, sin ironía) da las gracias al sherif por su "sinceridad",
  • Sir Henry explica que, vista la irritación de Husayn, consultó inmediatamente al Gobierno
    Vilayets otomanos en 1900
    británico y ha sido autorizado ("empowered") a declarar que el Imperio Británico está dispuesto a reconocer el Estado Árabe en las fronteras propuestas por el Sherif  de La Meca ("sin perjuicio de nuestros vigentes tratados con otros Jefes Árabes", punto que merecerá mayor discusión), excepto determinados distritos: Mersina y Alexandreta, que suponen el vilayet de Adana en la región mediterránea del Sudeste de Turquía; y los vilayets de Alepo y Beirut -con el samjak semi-independiente de Jerusalén- que forman la costa libanesa, siria y palestina.
  • Asímismo, los vilayets de Bagdad y Basora (partes de la actual Iraq) deberán ser objeto de negociación en cuanto a su administración, mientras exista el riesgo de agresión exterior.
  • Resulta interesante considerar los motivos por los que Sir Henry explica que el Imperio Británico no puede acceder a la inclusión del vilayet de Adana (Mersina, Alexandreta), y la costa mediterránea de Líbano, Siria y Palestina.
    • Se trata de distritos "no puramente árabes". Veremos como, más adelante, Husayn argumenta que sí se trata de distritos árabes, pero en cambio no discute que las regiones con población claramente interracial, o de origen no árabe, queden excluidos del famoso Estado Árabe. Por lo tanto, y pese a lo que se ha venido reclamando desde entonces, Palestina (cuya población es especialmente mezcla de razas: árabes, judíos, griegos, drusos, turcos, rusos, circasianos, asirios, armenios, etc) no estaba incluido en esta negociación. 
    • El Imperio Británico no puede negociar nada que perjudique a sus aliados franceses (y rusos, aunque en este punto los intereses rusos no estaban comprometidos). Es un asunto muy interesante, y que sistemáticamente se pasa por alto al hablar de la Correspondencia Husayn-McMahon. Como veremos, esta Correspondencia no llevó a ningún acuerdo diplomático, y por lo tanto ni el acuerdo Sykes-Picot ni ningún otro tratado vulneró un pacto que nunca existió. Pero de haberse firmado un acuerdo entre el sherif y el Imperio Británico. ese tratado sí que hubiese traicionado los pactos (anteriores) entre los componentes de la Triple Entente y con otros aliados, por ejemplo:
      • La Declaración de Londres* de Septiembre de 1914 (10) que estipulaba claramente que ninguno de los países de la Alianza podía firmar tratados por separado con ninguno de los países con los que estaban en conflicto (y no olvidemos que el Hejaz formaba parte del Imperio Otomano) sin el consentimiento de los demás.
      • Los tratados que el Imperio Británico firmó con otros sheikhs árabes de la zona, como Abdulaziz Ibn Saud del Nejd* (Tratado de Darin*, 1915);, con Mubarak al-Sabah de Kuwait * (1914), o con Muhammad ibn Ali al-Idrisi de Asir (Mayo, 1915). Como dice McMahon, el Reino Unido no podía firmar unos acuerdos que -según la óptica del sherif- le otorgaban el poder sobre la Península Arábiga, sin el acuerdo de los demás gobernantes de dichos territorios.
En realidad, McMahon no decía la verdad: el Gobierno británico no había dado plenos poderes al
Este es el Imperio ambicionado por Husayn
en las primeras cartas con McMahon
Alto Comisionado para negociar sobre los territorios a conceder en un futuro Estado Árabe
. De hecho, Lord Edward Grey* -Primer Secretario del Foreign Office (equivalente a Ministro de Asuntos Exteriores) de 1905 a 1916- había instruido a McMahon que no hiciera ninguna promesa territorial a no ser que fuese absolutamente obligatorio, y como hemos visto en la carta anterior de Husayn, el sherif estaba dispuesto a continuar con las negociaciones.  Grey aconsejó a McMahon que el mejor plan era "dar seguridad sobre la futura independencia árabe diciendo que se discutirían sus fronteras más adelante, cuando  [los árabes] enviasen representantes específicamente para este asunto"(11)

Pero lo que resulta sorprendente es, sobre todo, el cambio de opinión de McMahon y su gabinete de El Cairo(12). En la carta anterior el Alto Comisionado se había negado, bajo instrucciones del Gobierno británico, a negociar fronhteras del futuro Estado Árabe. De repente, haciendo caso omiso de su Gobierno, entran a discutir unos límites del futuro Estado que, aún siendo más modestos de lo que el sherif pedía inicialmente, es muchísimo más de lo que Husayn seguramente esperaba y, además, más de lo que Gran Bretaña puede comprometer sin acordarlos con sus aliados de la Entente.

No podemos saber con seguridad por qué McMahon se apartó de las recomendaciones de los expertos y las instrucciones de su gobierno, y entró en debate sobre los territorios concretos que formarían el Estado Árabe. Desde luego parece claro que, a los ojos del Alto Comisionado, estas cartas no eran sino el principio de un largo tira y afloja, que sería continuado luego por comisiones o reuniones bilaterales para concretar los puntos económicos, administrativos, militares, etc; y que el acuerdo final dependería de las vicisitudes de la guerra, tanto como de la opinión del resto de los Aliados (13)

McMahon siempre pensó que sus ofertas eran lo suficientemente ambiguas (como correspondía a las fases iniciales de una negociación) como para que el Gobierno británico no se viera comprometido en el futuro. McMahon no estaba completamente al corriente de los acuerdos con  Francia y Rusia. De ahí -como informó a Sir Edward Grey (14) - en insistir que las promesas británicas se referían sólo a "territorios puramente árabes" y "dentro de los territorios que Nuestro Gobierno puede disponer sin detrimento de nuestros aliados"; esto es, pensaba estar dejando suficiente margen al Gobierno de Londres para modificar las negociaciones con el sherif hasta llegar a un acuerdo final.

Al parecer McMahon y el gabinete de asesores en asuntos árabes de El Cairo, al principio de los contactos, no conocían la debilidad de Husayn y cómo había inflado sus fuerzas y la representatividad (en realidad, casi nula) de que gozaba en el Mundo Árabe. Cuando más adelante fue haciéndose evidente que el sherif casi no se representaba ni a sí mismo, les pareció que, de todos modos, la combinación de carisma espiritual, junto con la debilidad material del Custodio de La Meca, podría ser más atractiva para hacer de él un Líder del futuro Estado Árabe sin peligros para el Imperio que, por ejemplo, apoyar al soberano del Nedj, mucho más poderoso.

Por supuesto, una muy buena razón para continuar apoyando la postura inicial del grupo de El Cairo es que una victoria en Oriente Medio que eliminase a los turcos de la guerra redundaría en un impresionante avance en su carrera, mientras que el resultado de reconocer que habian sido engañados por el sherif supondría un tremendo retroceso.

La solución fue insistir ante el Foreign Office en lo beneficioso que resultaría para el Imperio la alianza con este candidato en concreto, exagerando la importancia espiritual del sherifato, el respeto de los musulmanes hacia él, utilizando desertores con una alta dosis de fantasía como Muhammad Sharif al-Faruqi(que engañó a una Oficina Árabe que estaba deseando ser engañada, un ejercicio de wishful thinking, o pensamiento ilusorio); falsas informaciones sobre un inminente acuerdo de los germano-turcos con las Sociedades Árabes para que "todo el Mundo Árabe" se una a las Potencias Centrales (en realidad, más del 90-95% de las tropas árabes combatieron con los turcos, así que poco más podrían haber ofrecido las Sociedades Árabes), etc, en lugar de reconocer que habían apostado por un ambicioso arrogante sin escrúpulos que les había timado presentándose cono "representante de todo el Mundo Árabe sin ninguna excepción". Sólo así se entiende que McMahon tolerase la arrogancia que veremos en las próximas cartas de la Correspondencia, y la insistencia ante Londres en la fuerza militar del sherif, cuando debía ser meridiana la ineptitud de los árabes y el fracaso militar de la Revuelta hasta para McMahon.
Djemal Pashá, el hombre
más poderoso del Imperio
Turco de la época. 

Husayn del Hejaz debía estar muy preocupado, porque él, más que nadie, conocía, lo débil de su posición; así que cuando McMahon le respondió aceptando discutir las fronteras de "su" Estado árabe (aunque nada en la diplomacia británica, en realidad, hacía obligatorio que él fuera el gobernante de dicho Estado, la Correspondencia Husayn-McMahon parece bascular sobre ese supuesto) debió ver abiertas las puertas del Paraíso.

En una carta (15), remitida al Alto Comisionado el 5 de Noviembre, Husayn renuncia "ante la insistencia de McMahon" a la inclusión de los vilayets de Mersina y Adana (Adana, en el mapa) pero no a los vilayets de Alepo y Beirut (que incluye el samjak de Jerusalén) porque, según él, son distritos puramente árabes (lo cual tiene su importancia para el samjak de Jerusalén, cuyo origen y su población en 1915, desde luego, no era "puramente árabe").

En cuanto a los distritos de Mesopotamia, Husayn no renuncia a su condición de "puramente árabe" aunque, por el momento, está dispuesto -en honor a no crear problemas en la alianza con los británicos, dice( 16)- a permitir que continúe bajo la administración del Imperio Británico, siempre que se le desembolse una compensación monetaria por la "ocupación". Como argumento, el paladín antiimperialista recuerda el Califato de Ali Ibn Abi Talib,

Frente a la reserva que hace McMahon sobre no perjudicar los intereses de otros sheikhs árabes, Husayn insiste en presentarse como Campeón de todos los árabes, sin excepción (lo cual era falso: Ibn Saud odiaba a los Hashemitas, y junto con Mubarak al-Sabah de Kuwait o con Muhammad ibn Ali al-Idrisi, se limitaron a hacer unas declaraciones formales de apoyo a la "Revuelta", más por agradar a sus "Protectores" británicos que otra cosa, pero no dieron ni armas, ni dinero, ni tropas a la causa del sherif; otros gobernantes árabes, por su parte, permanecieron en el bando pro-turco hasta casi el final de la guerra. 

Además, el sherif insiste en que la causa de que muchos árabes aún continúen apoyando el bando de las Potencias Centrales es que temen que, si se declaran abiertamente a favor de la Entente, muchos musulmanes pro-turcos les acusarán de debilitar el Islam (17). Y temen que si alguna de las Potencias Aliadas flaquea, los árabes se encuentren solos frente al poder turco. O sea, denme la seguridad de que el enemigo no va a tomar represalias contra nosotros  y que vamos a ganar, o si no no me meto.

Despide el sherif la carta con una frase que, si no fuera en una correspondencia diplomática, parecería cómica: "Si no hubiera sido por la determinación que veo entre los Árabes por alcanzar sus objetivos,  hubiese preferido encerrarme en la cumbre de una montaña; pero ellos, (los Árabes) han insistido en que guíe su Movimiento hasta su final"

McMahon respondió con fecha 14 de Diciembre, la que era su tercera carta (y sexta de la Correspondencia) (18). El Alto Comisionado prefiere no seguir con polémicas, y agradece al sherif que renuncia a su reivindicación sobre Mersina y Adana/Alexandreta. Sin embargo, insiste en que no puede renunciar a los vilayets de Alepo y Beirut, cuya cesión perjudicaría los intereses de Francia, así como tampoco puede ceder en cuanto a la inclusión de los vilayets de Bagdad y Basora en el Estado Árabe que pretende gobernar Husayn, debido a los intereses estratégicos británicos.

Como vemos, McMahon (quizás dándose cuenta de que había sido demasiado generoso en cartas anteriores) no cede. Pero lo que más debió irritar a Husayn de esta carta, sin duda, es la alusión de agradecimiento al sherif por "comprender" que Gran Bretaña no puede tomar ningún acuerdo que perjudique a otros sheikhs árabes que han firmado tratados con ella. Simplemente con esa alusión bastaría para descalificar que la Correspondencia Husayn-McMahon representa la promesa firme de entregar a Husayn y sus hijos un Imperio Árabe para ser gobernado por ellos.

Propaganda de las Potencias
Centrales: Bulgaria, Turquía
 Alemania y Austria-Hungría
Así las cosas, el 1 de Enero de 1916 Husayn envía una carta(19), en la que dice sentirse satisfecho de que el representante de Gran Bretaña haya retirado lo que le hacia sentir intranquilo (¿?). Retórica y cumplidos aparte, Husayn entra en materia volviendo a insistir en que él no pide nada por propia inclinación, sino porque su pueblo le ha urgido a presentarse como Campeón de su causa. También (para no perjudicar las alianzas con Francia y otros países, y los intereses estratégicos de su interlocutor) se muestra dispuesto a aparcar de momento la discusión sobre Iraq (siempre que reciba una adecuada compensación económica por la ocupación militar británica) y sobre Líbano y Siria (advirtiendo que, a la primera ocasión tras la victoria -en la que aún no había puesto ni un soldado, por cierto- reclamaría "lo que ahora dejan en las manos de Francia).

Lo más interesante es que el sherif añade "No creo necesario llamar la atención sobre el hecho de que nuestro plan es de mayor seguridad para los intereses y la protección de los derechos de Gran Bretaña que para nosotros", como si él fuera el representante del mayor Imperio del mundo, y McMahon un gobernante de medio pelo. Finalmente, tras la regañina, una advertencia final: "Por consiguiente, nos es imposible permitir una excepción que confiera a Francia, o a cualquier otra potencia, cualquier extensión de tierra en esas regiones."

McMahon prefirió pasar por alto la arrogancia del sherif, y en una nueva carta, del 25 de Enero de 1915(20), decidió quedarse con lo positivo, y felicitarle por su deseo de evitar problemas entre Gran Bretaña y Francia. Eso sí, cualquiera que se tome la molestia de leer esta carta -última en la que se habla de territorios o fronteras- comprobará que McMahon, a modo taladro- sigue insistiendo en la misma postura: 
  • No se puede discutir sobre los velayats de Beirut y Alepo, porque perjudican los intereses de nuestros aliados y no son distritos puramente árabes(21).
  • Los distritos de Bagdad y Basora no pueden ser negociados en estas conversaciones, dado el interés estratégico que tiene esa zona para el Imperio Británico.
  • Ninguna concesión al sherif Husayn puede ser considerada en perjuicio de los Tratados que la Gran Bretaña ha firmado con otros potentados de la región árabe.
  • Aún así, McMahon repite, en dos o tres ocasiones, que es imprescindible que el sherif consiga que todos los árabes se unan a la causa de la Entente -como de hecho había prometido desde el inicio de la Correspondencia, y estaba muy lejos de conseguir(22)- y, por supuesto, ganar la guerra, antes de repartirse los despojos de la victoria.
Husayn ya no volvería a insistir en asuntos territoriales, quizás viendo la imposibilidad de conseguir que McMahon diese un paso atrás. En su lugar, en su carta del 18 de Febrero de 1916(23) , la última que enviaría en ese pliego de Correspondencia, se dedica a pedir armas y dinero.
  • Husayn  reconoce que la represión turca ha dejado en cuadro las filas de opositores en Siria (en eso decía la verdad, de hecho ya eran cuatro gatos al principio) pero espera que un ejército levantado -se supone- por la "Revuelta Árabe", y que cifra en un mínimo (not less than) de 100.000 combatientes, además de sus propios combatientes del Hejaz- se dirija hacia Siria para expulsar a los turcos.
  • Tras dar unas cuantas lecciones al Gobierno británico de lo que "debe entender" (the summary of what you wished to understand) empieza a pedir: 50.000 libras británicas mensuales al mes para sueldos (de aquellos árabes tan entusiastas con la causa británica); además de alimentación (harina, azúcar, café, cebada, arroz) que, dado que los "sublevados " no llegaron a 15.000 en toda la guerra, es de imaginar que alimentaron, gracias al mercado negro, a toda la Península Árábiga, incluyendo a los adversarios turcos.
  • En cuanto a las armas, el sherif pide sólo (con el tiempo sus demandas llegarán a una suma mucho más exhorbitante) 5000 rifles y una cantidad de cartuchos de la mejor calidad. Por supuesto, ni Husayn ni los árabes que le apoyaron no pagarán ni una sola libra por ellos. De hecho, sus demandas se harán más y más exageradas cuando estalló la "Gran Revuelta Árabe" y los británicos se dieron cuenta en qué pantano se habían metido.
McMahon remitió la última de las cartas que se consideran como parte de la Correspondencia Husayn-McMahon el 10 de Marzo de 1916(24). En ella se muestra de acuerdo con las demandas materiales (o sea, las armas, municiones, alimentos, etc) que Husayn pedía en su última carta, y especificaba dónde y como se debían entregar. Aprovechaba (no sabemos si maliciosamente, o no) para poner de manifiesto que muchas ciudades árabes aún seguían siendo enemigas de la Entente. El Emir Ibn Rashid, del Emirato de Jabal Shammar, sigue siendo pro-turco; Ahmed Sharif as-Senussi, de Libia, parece bascular hacia la Entente (y sin apoyo del sherif, se sobreentiende). Entre líneas, se lee;  ¿no era Su Alteza el representante de todo el Mundo árabe, sin excepción?

La Correspondencia Husayn-McMahon termina aquí. Se trata de un conjunto de diez cartas, en las que el sherif de La Meca (basado en ofrecimientos absolutamente disparatados, como que habla en nombre de todos los árabes "sin excepción"; que es capaz de sublevar a todos, o casi todos, los árabes del Ejército Turco; o que puede levantar a 100.000 soldados en sus filas (además de los guerreros propios de su patria, el Hejaz) para dirigirse a Siria, pide como recompensa que se construya (con tropas, armas, municiones, alimentos, y dinero británicos, como veremos) un Imperio Árabe para ser gobernado por él y sus hijos.

El Imperio británico, pese a los errores de juicio de sus funcionarios (Lord Kitchener, Sir Henry McMahon, y muchos de sus subordinados del Foreign Office y, sobre todo, del Gabinete Árabe de El Cairo) nunca comprometieron la política exterior del Reino Unido. Ofrecieron proteger la independencia árabe, pero sólo en los países "puramente árabes", y sólo si su intervención no entraba en conflicto con los tratados firmados entre Gran Bretaña y otras potencias aliadas, o con otros gobernantes árabes. Es decir, en la práctica las promesas británicas no se extendían a que el gobernante del futuro Estado árabe fuera necesariamente Husayn o uno de sus hijos. 

Hasta aquí, la Correspondencia Husayn-McMahon. En la próxima entrada, veremos los aspectos puramente militares de la "Gran Revuelta Árabe".


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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.

**Enlaces en francés

***Enlaces en otros idiomas


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NOTAS:

  1. Primera Carta de Husayn a McMahon; 14 de Julio de 1915. Las cartas Husayn-McMahon originalmente estuvieron escritas en árabe. Hay quien dice (Martin Shieff; "Guia politicamente incorrecta de Israel y Oriente Medio; Edición española de Rafael L. Bardají. Ciudadela libros. Madrid, 2009. 238 páginas") que parte de los malentendidos ocasionados por esta correspondencia se debieron a la insistencia de Sir Henry McMahon en que su dominio del árabe le permitía comprender la correspondencia con el Sherif sin traductores.
  2. "In the Anglo-Arab Labyrinth: The McMahon-Husayn Correspondence and Its Interpretations;   1914-1939" , Elie Kedourie;  Routledge; 2 edition (October 1, 2000)
  3. Carta de McMahon a Lord Edward Grey,  14  de Mayo de 1915. FO 371/2486/60357. Un siglo después, tras varios intentos (los Hashemitas, Nasser, Sadam Hussein) esta afirmación sigue siendo cierta.
  4. "Siria: The Raw Material"; T. E. Lawrence; Arab Bulletin, Nº 44, 12 de Marzo de 1917, FO 882/26.
  5. Comentario de Storrs a la primera carta de Husayn, 19 de Agosto de 1915, FO 371/2486/125293. Quizás Storrs hubiera visto cumplida su profecía si los diplomáticos británicos hubiesen respondido con mayor firmeza (como correspondía a la nación más poderosa del planeta) poniendo en su sitio la impertinencia de Husayn. En la realidad, la creencia del Foreign Office de que quedaba por delante un larguísimo tira y afloja con los Hashemitas, junto con el masoquismo autoinculpatorio de muchos jóvenes políticos británicos del periodo entreguerras, y el antiimperialismo de moda tras la Segunda Guerra Mundial crearon el Mito de que el sherif estaba en lo justo exigiendo para sí mismo unos territorios y un poder que nunca había sido suyos.
  6. "Orientations"; Ronald Storrs, Publicado por Readers Union, London, 1939, pp. 160-161. Aunque quienes claman que los británicos engañaron a Husayn parecen olvidarlo, ninguno de los otros príncipes árabes (los sauditas, el Emir de Yemen, etc) había elegido a Husayn como portavoz; y el rechazo de los árabes a sus autoproclamados "libertadores" fue concluyente: los príncipes hashemitas fueron expulsados de Siria, Iraq, la propia Arabia, y por los pelos conservaron Jordania (gracias al dinero y las armas de los "odiosos" británicos).
  7. Primera Carta de McMahon a Husayn, 30 de Agosto de 1915.
  8. Segunda Carta de Husayn a Mc Mahon, 9 de Septiembre de 1915
  9. Segunda Carta de McMahon a Husayn 24 de Octubre de 1915
  10. "1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial" David Stevenson; Ed. Debate. 2013 ISBN 9788499923574. Este pacto, propuesto por los rusos, fue aceptado por los otros dos países de la Entente, y cumplido hasta el triunfo de los bolcheviques en Rusia. 
  11. Carta de Grey a McMahon, 20 de Octubre de 1915. FO 371/2486/125293
  12. No se habían dado circunstancias de necesidad que hiciesen imperioso un cambio de opinión por parte de la Gran Bretaña. De hecho, Husayn estaba dispuesto a continuar con la correspondencia aunque no se tratara por el momento de fronteras; sus fingidas amenazas no podían pillar por sorpresa ni asustar a tan avezados diplomáticos.
  13. La Correspondencia Husayn Mc-Mahon nunca llevó a la firma de un acuerdo. como los  ya citados tratados que el Imperio Británico firmó con otros sheikhs árabes de la zona, como Abdulaziz Ibn Saud del Nejd en 1915); Mubarak al-Sabah de Kuwait (1914), o con Muhammad ibn Ali al-Idrisi de Asir (Mayo, 1915). 
  14. Carta de McMahon a Grey, 26 de Octubre de 1915. FO 371/2486/163832
  15. Tercera Carta de Husayn a McMahon, 5 de Noviembre de 1915 
  16. En realidad, sospecho que Husayn estaba en estos momentos tan sorprendido de que los británicos no hubiesen cortado las negociaciones que no quiso tensar la cuerda demasiado.
  17. En lo que tienen razón: más del 90% de los musulmanes del Imperio Otomano abrazaron la causa turca o pasaron del tema hasta que -en 1917- se vio claramente quién iba a ganar.
  18. Tercera Carta de McMahon a Husayn, 14 de Diciembre de 1915
  19. Cuarta Carta de Husayn a McMahon, 1 de Enero de 1916. 
  20. Cuarta Carta de McMahon a Husayn, 25 de Enero de 1916.
  21. Por ambos argumentos, por pertenecer el samjak de Jerusalén al vilayet de Beirut, y por ser un distrito de población mixta, en ningún caso la futura Palestina al Oeste del Jordán podría ser incluida en estas conversaciones.
  22. En la carta McMahon mete una puyita con el alineamiento de Ahmed Sharif as-Senussi*, de Libia, con el Imperio Turco (¿no era él representante de todo el Mundo árabe?)
  23. Quinta (y última) Carta de Husayn a McMahon, 18 de Febrero de 1916.
  24. Quinta Carta de McMahon a Husayn (y última de la Correspondencia), 16 de Marzo de 2016

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